Preparando la Montura por William Mac Cann |
Microhistoria
Por Jorge Surraco
Un comerciante británico, William Mac Cann, visita la Argentina durante el siglo XIX en dos oportunidades. Atraído por los beneficios comerciales obtenidos por otros compatriotas suyos, arriba a Buenos Aires en 1842. Al llegar encuentra las condiciones cambiadas con serios inconvenientes para ejercer el comercio, especialmente el exterior, por la presencia en el Río de La Plata de la escuadra anglo-francesa que comienza a bloquear el estuario. Ante esta situación, el viajero se queda en la ciudad realizando operaciones menores, observando la vida y costumbres de los habitantes dada su inclinación por esos estudios, avalados por una desarrollada cultura.
Hacia 1845, cuando la escuadra anglo-francesa realiza su mayor ofensiva (recordemos que el Combate de la Vuelta de Obligado se produce el 20 de noviembre de ese año), Mr. Mac Cann regresa a Inglaterra. Con los datos obtenidos en esos años, publica un primer folleto sobre el Río de La Plata y la intervención europea, documento que no se conoce en castellano, pero comentarios sobre su contenido, lo ubican como favorable a la política de relaciones exteriores encarada por Juan Manuel de Rosas, sosteniendo que el bloqueo de la armada europea no resulta propicio a los intereses británicos.
Hacia 1847, la política de Inglaterra hacia la Confederación y el gobernador Rosas cambia, buscando la conciliación y la reanudación de los negocios. William Mac Cann decide emprender un nuevo viaje al Río de la Plata pero ahora, motivado por el interés de conocer la situación de los residentes ingleses en nuestro territorio, realiza una expedición por interior del país. Este viaje lo hace a caballo y acompañado por no más de tres personas en la mayor parte del recorrido que abarcará algo más de tres mil kilómetros. En inglés con el título: “Two Thousand Miles`Ride Through the Argentine Provinces, se publica originalmente en 1852 y en 1939 en castellano: “Viaje a caballo por las provincias argentinas”, con traducción de José Luis Busaniche.
En este viaje recorre la pampa de la actual provincia de Buenos Aires hasta Tapalken, en pleno territorio de indios. De vuelta en Buenos Aires, se dirige a Santa Fe y de allí a Córdoba. En este trayecto lo acompaña una pequeña escolta militar impuesta por las autoridades debido a malestares en la campaña y que él toma, a la escolta, con bastante humor. Vuelto a Santa Fe, cruza el Paraná y recorre la provincia de Entre Ríos, pasando por Gualeguay en el camino de regreso a Buenos Aires, momento que nos interesa en esta oportunidad.
Antes de entrar en nuestro tema, debemos decir que es un libro de viajes bellamente escrito y muy bien traducido pero que además refleja minuciosamente los usos y costumbres de nuestro país en esa época. Aparte de mostrar su asombro por la hospitalidad recibida en todo el recorrido, no comenta ni registra ningún incidente o amenaza de peligro proveniente de indios o gauchos “alzados”, lo que es asombroso dada la imagen y el relato que tenemos los propios argentinos de esa época.
Pero veamos el relato de Mr. Mac Cann: “…Después de cabalgar unas pocas horas” aclaremos que viene de Gualeguaychú, “llegamos a la ciudad de Gualeguay, donde encontramos alojamiento en casa de un confitero francés…” Se entiende que no hay hoteles ni fondas pero ya anda un francés con sus confituras. “…Esta ciudad se halla situada a orillas del río del mismo nombre; pero las embarcaciones no pueden acercarse a menor distancia de tres leguas…” Alrededor de 12 Km.; más o menos donde está hoy Puerto Ruiz, que no tiene muelle en esos años, pero ya se usa para los embarques.
Gualeguay “…Tiene más o menos la extensión de Gualeguaychú…”; de la vecina ciudad, dice anteriormente en su relato, que parece próspera, se construyen nuevos edificios con alguna rapidez y los habitantes confían en que la población habrá de aumentar en forma considerable. Calcula que los habitantes de Gualeguaychú son unos dos mil quinientos, similar a Gualeguay, entre los que encuentra “…trecientos vascos e italianos y una docena de ingleses…” cantidades de extranjeros parecidas a las de Gualeguaychú.
“En esta región de la provincia se hallan varias estancias de propietarios ingleses y entre ellas la mayor extensión de tierra perteneciente a un súbdito británico en esta parte del mundo. La familia de la señora Brittain –de Sheffield, según creo- posee doscientas leguas cuadradas de terreno, inclusive un buen puerto.” El dato es correcto, no se trata de un error de tipiado. Esas 200 leguas cuadradas son alrededor de quinientas mil hectáreas; treinta y cuatro mil menos o cien mil más de acuerdo a si la legua considerada es inglesa o española. Nos quedamos con la cifra de quinientas mil para los cálculos siguientes. Equivalen a un poco más del 69% de la superficie actual del departamento Gualeguay.
Con razón dirá don Domingo Faustino Sarmiento en 1868, ya en la presidencia del país: “…regir su distribución (de la tierra) por leyes que estorben (que impidan) que un individuo se apodere del territorio que basta en Europa para sostener un reino.”
No exageraba don Domingo ya que en la superficie de esa ex estancia gualeya, cabían dos Ducados de Luxemburgo o diez Principados de Andorra o treinta de Liechtenstein o dos mil quinientos Principados de Mónaco. Aclaremos que en esa época como en la de Sarmiento y posteriormente en la del General Roca, había en la provincia de Buenos Aires, estancias mucho más grandes que la de Gualeguay, como también las hubo en Entre Ríos, pero no todas propiedades de ingleses.
Se puede entender la sorpresa de Mr. Mac Cann.
“El número de sus ganados –continúa el viajero hablando de la estancia de su compatriota-se calculaba en unas doscientas cincuenta mil cabezas con un valor de cincuenta mil libras esterlinas. Pero, debido a la desorganización en que se encuentra ahora la provincia, se hace imposible conseguir peones para guardar tal número de animales y por otro lado el gobierno prohíbe la matanza de ganado.” En el año que William Mac Cann recorre Entre Ríos, finales de 1847, el gobernador, general don Justo José de Urquiza está rechazando la invasión de los hermanos Madariaga de Corrientes, a los que derrota en el Potrero de Vences, justamente el 27 de noviembre de ese año, mientras Mr. Mac Cann, está contando las vacas de Mrs. Brittain.
Con anterioridad, de 1842 a 1845, don Justo tiene que rechazar otra invasión, esta vez de la Banda Oriental que encabeza el general Fructuoso Rivera, llamado “el Pardejón” por don Juan Manuel de Rosas. En esta guerra conocida como “Larga” por los entrerrianos, Gualeguay es escenario de varios sucesos: Urquiza es derrotado por las fuerzas de Rivera, debiendo refugiarse en la isla Tonelero (enero de 1842). El General José María Paz, militar unitario que participa de la invasión, instala por pocos días su cuartel general en Gualeguay, (abril de 1842).
En mayo de 1843, los generales y hermanos Madariaga invaden Entre Ríos desde Corrientes. El avance de este ejército implica saqueos en todas las poblaciones que encuentra a su paso, incluidas Gualeguay y Nogoyá, ocurriendo en esta última el asesinato de Cipriano de Urquiza, hermano del gobernador (enero de 1844). Gualeguaychú que también ha sido saqueada por las montoneras de los Madariaga, es invadida por el corsario Giuseppe Garibaldi, prócer más tarde de los italianos, llevándose un importante botín después de dos días de saqueo (septiembre de 1844). Recompuesto Urquiza, vuelve de Tonelero persiguiendo a Rivera e invadiendo a su vez a la República Oriental hasta derrotar al "Pardejón" en India Muerta, (marzo de 1845).
Son años muy agitados para la región, al final de los cuales nos visita Mr. Mac Cann. La prohibición de matar el ganado obedece a un problema provocado por esta guerra que el mismo viajero explica: “…los soldados se quejaron al general Urquiza de que, mientras ellos luchaban en territorio oriental, los vecinos de Entre Ríos se apoderaban de sus ganados, marcándolos indebidamente… Para evitar este daño, Urquiza dio un decreto prohibiendo la marcación de ganado… si bien evitaba un mal, dio lugar a otro mayor… porque…los ganados aumentaron naturalmente…se mezclaron unos con otros y, como no tenían marca, sobrevino la mayor confusión. Muchos propietarios que habían… perdido sus animales marcados, no se atrevían a matar los orejanos…” salvo para el consumo pero con el previo y obligatorio permiso de las autoridades.
Con respecto a la falta de peones, la mayoría ha estado en la guerra con la consiguiente pérdida de vidas y la difícil reinserción a la actividad. Recordar además que el censo de 1849, consigna una población de 47.671 habitantes para toda la provincia y 2.019 para Gualeguay (Reula, t1, pag 214). Por otro lado no resulta fácil el arreo y encierro de semejante cantidad de cabezas en extensiones de campo donde sólo hay algunos corrales de “palo a pique”. Por esos años (1845/46), Mr Richard B. Newton recién está haciendo los primeros alambrados en la provincia de Buenos Aires, pero en áreas pequeñas. El alambrado de estancias comienza recién diez años después.
Gauchos carneando-Palliere. |
En Entre Ríos y en esos años, se cotizan a mayor valor aquellos campos poseedores de “rinconadas” o “rincones”, zonas con cursos de agua en ángulo y de cierto caudal que al impedir el paso de la hacienda, permite “encerrarla”.
“Algunos propietarios”, cuenta Mr. Mac Cann, “perdieron cinco mil animales, otros diez mil, otros cincuenta mil; en una estancia inglesa del sur”, seguramente la de su amiga, “se calculaba en ciento cincuenta mil el número de animales que habían abandonado sus campos de pastoreo dispersándose por toda la provincia, sin haber producido un centavo a sus propietarios.” Y termina comentando con cierta amargura: “Las fortunas, en estas provincias, vienen como las sombras y como ellas se van.” No obstante esas calamidades, en 1850 pueden contarse 4.000.000 de vacas; 1.800.000 caballos y 2.000.000 de ovejas (Reula, t1, pag 233).
En este punto el viajero inglés decide continuar su viaje hacia Buenos Aires. Se le presentan dos posibilidades: una por agua, en barco, que era de alguna manera la normal y la otra a caballo atravesando arroyos, islas y ríos. El comandante de Gualeguay le dice que la segunda alternativa no sólo es peligrosa sino irrealizable, exponiéndose a ser atacado por los desertores “que infectan ese distrito”. Contrariamente a lo que podría pensarse, William Mac Cann elige la segunda opción, recorrido que hoy sigue siendo por lo menos complicado con alguna dosis de peligro, realizando en aquellos años un viaje a Buenos Aires que resulta toda una aventura, pero… será relatado en otra oportunidad.
BIBLIOGRAFÍA:
Mac Cann, Villiam: Viaje a Caballo por las provincias argentinas,
traducción de José Luis Busaniche y Floreal Mazía,
Ediciones Solar, Bs. As., 1969 e Hyspamérica, Bs. As., 1985.
Reula, Filiberto: Historia de Entre Ríos,
tomo 1, Editorial Castellví, Santa Fe, 1971.
Machi, Manuel E. y Masramón, Alberto J.
Entre Ríos, Síntesis Histórica
Editorial Sacha, Entre Ríos, 1977.
2 comentarios:
Me sorprendió (no puedo decir que gratamente)enterarme de que en aquellas épocas alrededor de 1847,la región que hoy conocemos como Departamento Gualeguay, pertenecía a una familia inglesa. Soy Gualeya. Además el relato me pareció entretenido e instructivo.
AMFG
No me sorprende que en esa época haya sido habitada por gente de otros lugares si justamente HOY estamos repletos de extrangeros que buscan acá lo que no tienen en su país y porque NOSOTROs los dejamos estar, el argentino es muy haragán para ciertos trabajos que lo otros hacen sin problema pues lo necesitan Parece que nosotros nos quejamos sin razón ¿qué argentino tolera el frío de la Patagonia o el calor del norte? queremos trabajos SOLO en condiciones óptimas
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