Por Jorge Surraco Ba
Cuando hacemos la
pregunta planteada en el título de esta nota, a personas interesadas en la
historia de la Patria,
la respuesta es un nuevo interrogante que encierra una mezcla de sorpresa e
incredulidad: ¿Cómo que no estuvo? Pero la verdad es que no estuvo, como tampoco
estuvieron representantes de varias provincias de la región litoral de la
actual Argentina. Lo que sucede es que
en la enseñanza de nuestra historia en los ámbitos educativos de todos los niveles, como en la
difusión popular, se omiten hechos concretos de la historia que permitirían
hacer otro tipo de interpretación de nuestro pasado, herramienta fundamental
para explicarnos el presente.
La idea que se transmite,
tácitamente, es que todas las regiones integrantes de las Provincias Unidas del
Río de La Plata
viajaron rauda y entusiastamente a Tucumán para declarar la independencia de la Patria. Pero lo
cierto, es que el Congreso de Tucumán no se convocó para declarar la
independencia, como sí lo había sido la Asamblea del año 13 (que no lo hizo), sino para “formar la Constitución”. Y
no es que las provincias del Litoral no quisieran una constitución, sino que exigían
mucho más.
Pero antes de entrar en
tema veamos, en el siguiente cuadro, las ciudades que enviaron sus
representantes:
Ciudades
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Representantes
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Buenos Aires
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Juan José Paso, Antonio Sáenz, Pedro Medrano, fray
Cayetano Rodríguez, José Darregueira, Tomás Manuel de Anchorena y Esteban
Gascón.
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Tucumán
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Pedro Míguel Arároz y José Ignacio Thames.
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San Luis
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Juan Martín de Pueyrredón.
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San Juan
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Fray Justo Santa María de Oro, Francisco Narciso
Laprida.
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Mendoza
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Tomás Godoy Cruz y Juan Agustín Maza.
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Jujuy
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Teodoro Sánchez de Bustamante.
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Santiago del Estero
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Pedro Francisco de Uriarte y presbítero Pedro León
Gallo.
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Catamarca
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canónigo Manuel Antonio Acevedo y José Antonio Olmos.
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La Rioja
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Canónigo Pedro Ignacio de Castro Barros.
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Córdoba
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Eduardo Pérez Bulnes, Jerónimo Salguero y Cabrera,
José Antonio de Cabrera y Miguel del Corro.
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Salta
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Mariano Boedo y José Ignacio de Gorriti.
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Charcas
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José Mariano Serrano y José Severo Malabia.
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Mizque
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Pedro Ignacio Rivera
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Chichas
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Juan José Fernández Campero
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En primer lugar llamamos
la atención sobre la disparidad en el número de representantes por cada ciudad
de las provincias Unidas. Se puede explicar en función de la cantidad de
habitantes en cada localidad y el porcentaje de representantes establecido por
la convocatoria, pero pensamos que tal porcentual obedeció a razones políticas
que buscaban la preeminencia de Buenos Aires.
Un
segundo aspecto a destacar es que Córdoba había objetado al principio el
estatuto de la convocatoria pero, finalmente acepta concurrir sin romper su
alianza con la Liga
de los Pueblos Libres del Litoral. La ciudad de Salta que también se había
opuesto, accede enviar sus representantes y estos llegan con las sesiones no
solo iniciadas sino bastantes avanzadas.
Observar
que las tres últimas ciudades de la lista están situadas en el actual territorio
de Bolivia o Alto Perú como se lo llamaba en la época del Congreso, integrante
de Las Provincias Unidas y que en ese momento había quedado nuevamente bajo el
dominio de las fuerzas del rey borbónico. Algunos de dichos representantes
habían sido designados con anterioridad al avance realista y otros elegidos por
el Cabildo de Buenos Aires entre los exiliados altoperuanos en esa ciudad. Esto
podría explicar el apoyo incondicional de esos diputados a los planteos
políticos e instrucciones del gobierno central.
Gervasio de Artigas |
Quienes
no concurrieron fueron los representantes de Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes, Misiones,
la Banda Oriental
y Paraguay, provincia entonces ésta última, que estaba en pugna con el
centralismo porteño desde 1811; se había negado a enviar diputados a la Asamblea del año 13
porque Buenos Aires rechazó un proyecto de Confederación que proponía. Además declaró
su independencia en 1814 y en el mismo año de 1816, realiza un congreso que
designa dictador perpetuo a Gaspar Rodríguez de Francia, enemigo acérrimo de la
política porteña. Los mismos problemas con Buenos Aires enfrentaban las otras
provincias de este grupo que sumando a Córdoba, habían formado la Liga de los Pueblos Libres
bajo el protectorado de Gervasio de Artigas, quién tenía un actitud opositora a
la política de Buenos Aires, pero dispuesto a negociar con el centralismo
porteño en función de la unión de las regiones que integraban el ex Virreinato
del Río de La Plata.
Desde
su primer acercamiento a Buenos Aires, Artigas no es bien mirado por las
autoridades porteñas. Se le tiene mucha desconfianza y se intenta, expediciones
militares mediante, sacarlo de la escena política. Pero los conflictos mayores
comienzan cuando sus enviados a la
Asamblea del año 13 son rechazados. Las argumentaciones se
basan en algunas formalidades en la elección de los diputados, pero el fondo de
la cuestión lo constituyen las instrucciones sobre la organización federal del
país que Artigas ha dado a sus representantes para que se traten en el
Congreso. En realidad esas propuestas son elaboradas por el Congreso de Peñarol,
sobre una base dada por Artigas y luego confirmadas por los cabildos de las
provincias que adhieren al caudillo oriental.
Esas ideas molestan al
sector conservador porteño, pero cuando se las analiza hoy, comprobamos que
están en gran parte incorporadas a la Constitución Nacional
desde 1853, como fundamento institucional de la República Argentina.
Lo triste es que debieron transcurrir cuarenta años de lucha y muerte para
arribar a una solución que estaba propuesta por los pueblos en 1813.
Artigas
por ser el principal referente de esta tendencia, es declarado por las
autoridades de Buenos Aires, traidor a la patria y su cabeza puesta a precio.
Si bien las invasiones porteñas a las provincias del litoral habían comenzado
en 1811, a
partir de 1813 se intensifican y algunas, como la comandada por el Barón de
Holmberg, tienen la misión de capturar y
dar muerte a Artigas y a sus seguidores. Pero al Barón no le va nada bien en su intento,
porque es derrotado y apresado por los entrerrianos al mando de Ortogués y
Hereñú, quienes no proceden de la manera que lo hubiera hecho el austríaco con
un resultado a su favor de la batalla del Espinillo. El Barón pudo así seguir
con sus estudios botánicos por muchos años más.
Carlos de Alvear |
1815 es un año crucial. Se produce una revolución que
depone al director Supremo Alvear, encarnizado enemigo tanto de Artigas como de
San Martín y se disuelve la
Asamblea del año 13. Esta revolución es uno más de los golpes
y contragolpes de estado que se vienen sucediendo desde 1811 en Buenos Aires y
que coloca en el poder a uno u otro de los grupos enfrentados pero coincidentes
en sostener la supremacía de la ciudad puerto sobre el resto de las provincias.
No se niega que en Buenos Aires hubiera partidarios de las ideas federales,
pero no tienen el poder suficiente para imponerse.
Luego
del golpe del 15 de abril de 1815, el gobierno y el poder quedan depositados en
el Cabildo que designa como “Director de
Estado” a Álvarez Thomas que no se hará cargo hasta el dictado del “Estatuto Provisional”. Se elige entonces
una “Junta de Observación” de cinco
miembros con el encargo de dictar dicho estatuto. Álvarez Thomas, ya en el
poder, intenta un acercamiento a Artigas anulando todos los bandos en su contra
decretados por el gobierno anterior.
Pero la relación vuelve a romperse al poco tiempo.
El
Estatuto, entre muchas disposiciones sobre ciudadanía y gobierno, establece en
su artículo 30, cap 1, que el Poder Ejecutivo invitará a todas las ciudades y
villas de las provincias interiores para el nombramiento de diputados a un
congreso “para formar una constitución”, los
cuales deberán reunirse en la ciudad de Tucumán. Se debía nombrar un diputado por
cada 15.000 habitantes. En ninguno de los artículos se habla de declarar la
independencia. Además designa al Director de Estado (para todo el país) por su
cuenta sin consultar a las provincias. Éstas, en su gran mayoría, rechazan el
estatuto y al Director designado. Sólo aceptan la convocatoria al Congreso de
Tucumán. Los Pueblos Libres, sintiéndose burlados, lo rechazan en su totalidad
y convocan a un congreso propio en Arroyo de la China, que declara la
independencia pero no la separación del resto de las provincias con las cuales
propone formar una confederación de estados soberanos.
Este congreso llamado “de Oriente”, envía una delegación a
Buenos Aires para tratar una serie de temas y poder llegar a un acuerdo. Cuando
arriban a Buenos Aires, los delegados no son recibidos por el Director de
Estado y son recluidos en la fragata “Neptuno”
de donde no podrán salir y de allí deberán parlamentar con enviados del
gobierno.
Juan José Viamonte |
Ninguna de las propuestas de los Pueblos Libres son por lo menos
tratadas y las contrapropuestas porteñas son una serie de imposiciones que
Artigas debería aceptar y enviar delegados a Tucumán para seguir con las
negociaciones. Buenos Aires mientras propone un tratado de paz, ordena al
general Juan José Viamonte y a su ejército, que ingrese a la provincia de Santa
Fe bajo el rótulo de “Ejército de
Observación”. Las relaciones se rompen nuevamente.
Estanislao López |
Así
están las cosas en 1816, a
tal punto que al mismo tiempo que se inician las deliberaciones del Congreso de
Tucumán, marzo de ese año, la fuerza militar porteña al mando del general
Viamonte, es derrotada y expulsada por una sublevación popular acaudillada por
el gobernador Vera y el capitán Estanislao
López, debiendo Buenos Aires acceder a reparar los daños y saqueos producidos
por ese ejército.
Mientras tanto continúan las acciones diplomáticas y
militares para anular la influencia de Artigas en la región, entre ellas la
invasión de fuerzas militares portuguesas a la Banda Oriental, cuyos
objetivos son hacer base en el Río de La Plata, apoderarse de la Banda Oriental y
aniquilar a Artigas porque también les molestaba por su influencia sobre Río
Grande y Las Misiones. Pero llama la atención que un enviado de Buenos Aires a
la corte del Brasil, Nicolás Herrera, ingresa con el ejército invasor como
secretario del Jefe máximo del mismo, el general Lecor, mientras que otro delegado
porteño tristemente célebre, Manuel José García y el representante inglés en la
corte de Río de Janeiro, Lord Strangford, apoyan la invasión.
El Congreso de Oriente se
disuelve considerando que no hay unión posible y los diputados de Los Pueblos
Libres deciden no ir a Tucumán. Pero Artigas no se limita a la cuestión militar
y a la organización federal, sino que desarrolla una política económica que
toma medidas de apoyo a la producción masiva regional imponiendo altos aranceles
a la introducción de artículos de ultramar y muy bajos a los provenientes de
las Provincias Unidas del interior. Hay que recordar que en esos años existían
aduanas interprovinciales. Quedan libres de derechos los libros, imprentas,
máquinas y armas. Se dicta una avanzada legislación colonizadora de la campaña,
distribuyendo la tierra pública entre negros libres, indios y criollos pobres.
La tierra se daría gratuitamente y no se podía vender, donarla ni contraer
hipotecas. También se dispone repartir animales vacunos y caballares de “europeos y malos americanos” que se
consideren expropiables.
Declaración de la Independencia en 1816 |
Mientras tanto el Congreso
de Tucumán, entre otras actividades incluidas las misiones de pacificación de
los conflictos interprovinciales, declara el 9 de julio la independencia de
nuestro país. Pero recordemos que este objetivo no estaba en la convocatoria y sólo lo hace ante la
presión que en tal sentido ejercen San Martín y Güemes a través de sus
delegados, Belgrano con su presencia en Tucumán y la postura de Los Pueblos
Libres en boca de los delegados de Córdoba. Pero el acta del 9 declara “… una Nación libre e independiente de los
reyes de España y su metrópoli”, texto que desagrada a los partidarios de
la independencia absoluta que vuelven a presionar y el día 19 de julio en sesión secreta pedida por el
diputado Medrano, se agrega la fórmula “…
y de toda otra dominación extranjera”.
Francisco Laprida |
La
omisión de los congresales porteñistas, que son mayoría en el Congreso, se debe
a que se proyecta negociar la coronación de un príncipe relacionado con Portugal
cuyas fuerzas invaden la Banda Oriental
en ese momento, mientras que el Director Supremo Pueyrredón gestiona por
alguien de la corte francesa, en desmedro de la idea de coronar a un Inca.
El Congreso de Tucumán es
con toda justicia recordado y homenajeado por esta fundamental declaración de
independencia y por haber establecido que la insignia patria era la creada por
Belgrano. Es necesario mencionar que hasta ese momento (1816), lo que flameaba
en el fuerte de Buenos Aires, eran los colores
borbónicos de Fernando 7º, a pesar que nuestra bandera existía desde 1812, aunque econdida o ¿destruida? según las órdenes dadas a Belgrano por el gobierno de Buenos Aires.
Artigas en la Ciudadela |
Se olvidan o disimulan las otras medidas
negativas de este congreso que trasladado a Buenos Aires en 1817, dictará la
constitución centralista de 1819 que provocará la disgregación de “Las Provincias Unidas de Sur América”. Los
temores y desconfianzas respecto a este congreso por parte de Artigas y los
Pueblos Libres, se vieron confirmados.
Fue un congreso contradictorio. Bartolomé Mitre en el
capítulo 27 de su “Historia de Belgrano y
la Independencia
Argentina”, caracteriza al Congreso de Tucumán de la
siguiente manera: “… uno de los más raros fenómenos de la
historia argentina. Producto del cansancio de los pueblos; elegido en medio de
la indiferencia pública; federal por su composición y tendencias y unitario por
las fuerzas de las cosas;[i]
revolucionario por su origen y reaccionario en sus ideas; dominando moralmente
una situación, sin ser obedecido por los pueblos que representaba; creando y
ejerciendo directamente el poder ejecutivo, sin haber dictado una sola ley
positiva en el curso de su existencia; proclamando la monarquía cuando fundaba la República; trabajando
interiormente por las divisiones locales, siendo el único vínculo de la unidad
nacional; … cediendo a veces a las exigencias descentralizadoras de las
provincias, y constituyendo un poderoso centralismo, este célebre Congreso
salvó sin embargo la revolución,[ii] y
tuvo la gloria de poner el sello a la independencia de la patria.”
[i] Aquí Mitre se permite una licencia poética,
adjudicando a las fuerzas de las cosas una política determinada por los
intereses de los comerciantes y hacendados que no querían compartir los dividendos
del puerto.
[ii]
Recordar que Fernando 7º había sido restituido en el trono en 1814 y había
enviado una poderosa flota para recuperar las colonias americanas y se vivía en
esos momentos un retroceso de las revoluciones en el resto de Hispanoamérica.
El Río de la Plata
fue la única región que mantuvo su revolución gracias a las acciones militares
de Güemes, Belgrano, San Martín y Artigas.
BIBLIOGRAFÍA
Reula, Filiberto; Historia de Entre Ríos; tomo 1 – Cap. 16 - Editorial
Castellví, Santa Fe, 1971.
Díaz de Molina, Alfredo; El Coronel José Javier Díaz y la Verdad Histórica, Editorial
Platero, 1984.
Rosa, José María; Historia Argentina; Tomo 3; Cap.
3 – Editorial Oriente; Buenos Aires, 1979.
Mitre, Bartolomé; Historia de Belgrano y la Independencia
Argentina; Tomo segundo, Cap. 21; 26; 27 y 34 – Editorial Juventud Argentina, Buenos
Aires, 1945.
Rosa, José María; La historia de nuestro pueblo, fascículos 9
y 10 – Ediciones Zupa, Buenos Aires, s/f
Jesualdo; Artigas
– 3ª
parte – Cap 17 –Editorial Claridad – Buenos Aires, 1940.
Reyes Abadie, Washington – Artigas y el Federalismo en el Río de la Plata – Cap 5 y 8 –
Hyspamérica Ediciones Argentina – Bs. As., 1986.
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