Por el Prof. Gustavo Cichero
Hasta 1810, la ciudad de Gualeguay llevaba una vida
distante, al margen de lo que ocurría en el resto del virreinato, pero la
revolución sucedida en Buenos Aires cambió su ritmo, pues fue activa
participante con su caudillo Bartolomé Zapata.
A pesar de que la revolución sirvió para integrarnos
en una causa común, la geografía dificultaba las comunicaciones con el
principal centro poblacional y cabeza del Estado que estaba emergiendo.
En este contexto surgieron los caudillos, líderes
naturales que supieron representar los intereses de los más desposeídos, como
eran los gauchos. Con ellos, protagonistas de la independencia, nacieron las
guerras internas. Los intereses centralistas de Buenos Aires mostraron la
exclusión del Litoral, el cual se unió bajo la dirección de José Gervasio
Artigas con la denominación de Liga de los Pueblos Libres, teniendo nuestra
provincia como principal referente a Pancho Ramírez.
Al mismo tiempo, la economía ganadera se desarrollaba
junto al comercio fluvial del cuero y el cebo, hacia el puerto de Buenos Aires.
En esta época, la gente común comenzaba su día con la
salida del sol y se acostaba cuando este se ocultaba. Se trabajaba tranquilamente,
produciendo en la casa todo lo necesario para la subsistencia. Tanto varones
como mujeres acompañaban sus días con el mate y los más humildes vestían ropas
sencillas y sus comodidades eran mínimas, aunque siempre estaban dispuestos a
hospedar al visitante que se aproximara a la vivienda.
Como en toda la provincia, eran comunes las reuniones
sociales entre familias amigas para bailar y dialogar.
Una de las más populares, era “[…] el velorio del angelito,[…] [al que concurren] familiares, vecinos e invitados, que
durante varias noches matean, comen, beben, bailan y cantan en distintas casas,
cuyos dueños piden prestado el cadáver, por supuesto ya putrefacto para
continuar el velorio”.(1)
En una comunidad fuertemente católica como la nuestra,
no podían faltar las fiestas religiosas, siendo las que predominan en esta
etapa. Según registra el historiador provinciano Juan A. Segura en su “Historia
Eclesiástica de Entre Ríos”, el vecino de Gualeguay, Casiano Calderón describe
las características de la celebración de Semana Santa en 1822, ocupando el
centro de la misma, la actual Plaza Constitución, escenario de sermones y
procesiones. Según el autor, la fiesta religiosa se caracterizó por el silencio
y ayuno absoluto, no dando lugar a ningún tipo de festejos, según el concepto
contemporáneo, hasta la Pascua
de Resurrección, cuando las campanas sonaban fuertemente y se quemaban algunos
fuegos artificiales. (2)
Además de la Semana
Santa, la fiesta del Santo Patrono revestía igual
importancia. Por lo que sabemos, en localidades de otras provincias, como Santa
Fe, Córdoba o Buenos Aires, los Cabildos realizaban una gran inversión para
animar la festividad, con coros y músicos. No ocurre lo mismo en Entre Ríos,
donde la pobreza de los Cabildos imposibilitaba tal gasto. (3)
En estas décadas transcurridas, no hay documentos
escritos sobre Gualeguay, que registren bailes y danzas. Es preciso considerar,
que quizás no se dejó testimonio escrito, pero también es posible que hayan
sido una excepción, teniendo en cuenta la vida complicada que llevaba la
ciudad, sumergida junto a todo el territorio en una profunda guerra civil. El antecedente escrito que posiblemente dio
lugar a este tipo de realizaciones, fue la orden que emitiera el gobernador de
la provincia, coronel Lucio Mansilla, quien determinó que a partir de 1822
debía celebrarse el 25 de mayo.
No sería
descabellado pensar que en nuestra ciudad se ejecutaran instrumentos musicales
y bailaran danzas, considerando que en Paraná los festejos duraron tres días,
desde el 24, extendiéndose hasta el 27 de mayo, donde por primera vez hubo una
participación masiva de los vecinos. En la capital de la provincia, los
festejos fueron importantes y la música a cargo de una retreta militar y las
danzas, guardaron un lugar especial, como así también un baile oficial en la Casa de Gobierno. (4)
En el caso de Gualeguay, la banda militar se formó a
partir de que Urquiza en 1849 contrató a dos músicos italianos: Casalino y
Vinelli. (5)
CITAS:
(1) REULA, Filiberto. Historia de Entre Ríos. T 1. Santa Fe. Edit. Castellvi S.A. 1963. Pág.103
(2) Cf. GIANELLO, Leoncio. Historia
de Entre Ríos (1820-1910). Paraná. Talleres de la imprenta de la provincia.
1951. Pág. 164
(3)Idem.
Pág. 161
(4)
Cf. PÉREZ COLMAN, Cesar B. Paraná, 1810-1860. Los primeros cincuenta años de
la vida nacional. Rosario.
Talleres gráficos de Emilio Fenner. 1946. Págs. 97-98
(5) REULA, Filiberto. Ob. Cit.. Pág.272
Prof. Gustavo Cichero