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domingo, 30 de junio de 2013

¿Por qué Entre Ríos no estuvo en el Congreso de Tucumán en 1816?



Por Jorge Surraco Ba


Cuando hacemos la pregunta planteada en el título de esta nota, a personas interesadas en la historia de la Patria, la respuesta es un nuevo interrogante que encierra una mezcla de sorpresa e incredulidad: ¿Cómo que no estuvo? Pero la verdad es que no estuvo, como tampoco estuvieron representantes de varias provincias de la región litoral de la actual  Argentina. Lo que sucede es que en la enseñanza de nuestra historia en los ámbitos  educativos de todos los niveles, como en la difusión popular, se omiten hechos concretos de la historia que permitirían hacer otro tipo de interpretación de nuestro pasado, herramienta fundamental para explicarnos el presente.

La idea que se transmite, tácitamente, es que todas las regiones integrantes de las Provincias Unidas del Río de La Plata viajaron rauda y entusiastamente a Tucumán para declarar la independencia de la Patria. Pero lo cierto, es que el Congreso de Tucumán no se convocó para declarar la independencia, como sí lo había sido la Asamblea del año 13 (que no lo hizo), sino para “formar la Constitución”. Y no es que las provincias del Litoral no quisieran una constitución, sino que exigían mucho más.
Pero antes de entrar en tema veamos, en el siguiente cuadro, las ciudades que enviaron sus representantes:


Ciudades
Representantes
Buenos Aires
Juan José Paso, Antonio Sáenz, Pedro Medrano, fray Cayetano Rodríguez, José Darregueira, Tomás Manuel de Anchorena y Esteban Gascón.
Tucumán
Pedro Míguel Arároz y José Ignacio Thames.
San Luis
Juan Martín de Pueyrredón.
San Juan
Fray Justo Santa María de Oro, Francisco Narciso Laprida.
Mendoza
Tomás Godoy Cruz y Juan Agustín Maza.
Jujuy
Teodoro Sánchez de Bustamante.
Santiago del Estero
Pedro Francisco de Uriarte y presbítero Pedro León Gallo.
Catamarca
canónigo Manuel Antonio Acevedo y José Antonio Olmos.
La Rioja
Canónigo Pedro Ignacio de Castro Barros.
Córdoba
Eduardo Pérez Bulnes, Jerónimo Salguero y Cabrera, José Antonio de Cabrera y Miguel del Corro.
Salta
Mariano Boedo y José Ignacio de Gorriti.
Charcas
José Mariano Serrano y José Severo Malabia.
Mizque
Pedro Ignacio Rivera
Chichas
Juan José Fernández Campero

En primer lugar llamamos la atención sobre la disparidad en el número de representantes por cada ciudad de las provincias Unidas. Se puede explicar en función de la cantidad de habitantes en cada localidad y el porcentaje de representantes establecido por la convocatoria, pero pensamos que tal porcentual obedeció a razones políticas que buscaban la preeminencia de Buenos Aires.
            Un segundo aspecto a destacar es que Córdoba había objetado al principio el estatuto de la convocatoria pero, finalmente acepta concurrir sin romper su alianza con la Liga de los Pueblos Libres del Litoral. La ciudad de Salta que también se había opuesto, accede enviar sus representantes y estos llegan con las sesiones no solo iniciadas sino bastantes avanzadas.

            Observar que las tres últimas ciudades de la lista están situadas en el actual territorio de Bolivia o Alto Perú como se lo llamaba en la época del Congreso, integrante de Las Provincias Unidas y que en ese momento había quedado nuevamente bajo el dominio de las fuerzas del rey borbónico. Algunos de dichos representantes habían sido designados con anterioridad al avance realista y otros elegidos por el Cabildo de Buenos Aires entre los exiliados altoperuanos en esa ciudad. Esto podría explicar el apoyo incondicional de esos diputados a los planteos políticos e instrucciones del gobierno central.

Gervasio de Artigas

            Quienes no concurrieron fueron los representantes de Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes, Misiones, la Banda Oriental y Paraguay, provincia entonces ésta última, que estaba en pugna con el centralismo porteño desde 1811; se había negado a enviar diputados a la Asamblea del año 13 porque Buenos Aires rechazó un proyecto de Confederación que proponía. Además declaró su independencia en 1814 y en el mismo año de 1816, realiza un congreso que designa dictador perpetuo a Gaspar Rodríguez de Francia, enemigo acérrimo de la política porteña. Los mismos problemas con Buenos Aires enfrentaban las otras provincias de este grupo que sumando a Córdoba, habían formado la Liga de los Pueblos Libres bajo el protectorado de Gervasio de Artigas, quién tenía un actitud opositora a la política de Buenos Aires, pero dispuesto a negociar con el centralismo porteño en función de la unión de las regiones que integraban el ex Virreinato del Río de La Plata.

            Desde su primer acercamiento a Buenos Aires, Artigas no es bien mirado por las autoridades porteñas. Se le tiene mucha desconfianza y se intenta, expediciones militares mediante, sacarlo de la escena política. Pero los conflictos mayores comienzan cuando sus enviados a la Asamblea del año 13 son rechazados. Las argumentaciones se basan en algunas formalidades en la elección de los diputados, pero el fondo de la cuestión lo constituyen las instrucciones sobre la organización federal del país que Artigas ha dado a sus representantes para que se traten en el Congreso. En realidad esas propuestas son elaboradas por el Congreso de Peñarol, sobre una base dada por Artigas y luego confirmadas por los cabildos de las provincias que adhieren al caudillo oriental.



Esas ideas molestan al sector conservador porteño, pero cuando se las analiza hoy, comprobamos que están en gran parte incorporadas a la Constitución Nacional desde 1853, como fundamento institucional de la República Argentina. Lo triste es que debieron transcurrir cuarenta años de lucha y muerte para arribar a una solución que estaba propuesta por los pueblos en 1813. 

 
Soldado de las milicias
Artigas por ser el principal referente de esta tendencia, es declarado por las autoridades de Buenos Aires, traidor a la patria y su cabeza puesta a precio. Si bien las invasiones porteñas a las provincias del litoral habían comenzado en 1811, a partir de 1813 se intensifican y algunas, como la comandada por el Barón de Holmberg, tienen la  misión de capturar y dar muerte a Artigas y a sus seguidores.  Pero al Barón no le va nada bien en su intento, porque es derrotado y apresado por los entrerrianos al mando de Ortogués y Hereñú, quienes no proceden de la manera que lo hubiera hecho el austríaco con un resultado a su favor de la batalla del Espinillo. El Barón pudo así seguir con sus estudios botánicos por muchos años más


Carlos de Alvear
1815 es un año crucial. Se produce una revolución que depone al director Supremo Alvear, encarnizado enemigo tanto de Artigas como de San Martín y se disuelve la Asamblea del año 13. Esta revolución es uno más de los golpes y contragolpes de estado que se vienen sucediendo desde 1811 en Buenos Aires y que coloca en el poder a uno u otro de los grupos enfrentados pero coincidentes en sostener la supremacía de la ciudad puerto sobre el resto de las provincias. No se niega que en Buenos Aires hubiera partidarios de las ideas federales, pero no tienen el poder suficiente para imponerse.

Luego del golpe del 15 de abril de 1815, el gobierno y el poder quedan depositados en el Cabildo que designa como “Director de Estado” a Álvarez Thomas que no se hará cargo hasta el dictado del “Estatuto Provisional”. Se elige entonces una “Junta de Observación” de cinco miembros con el encargo de dictar dicho estatuto. Álvarez Thomas, ya en el poder, intenta un acercamiento a Artigas anulando todos los bandos en su contra decretados  por el gobierno anterior. Pero la relación vuelve a romperse al poco tiempo.

 
Habitante dela Banda Oriental
            El Estatuto, entre muchas disposiciones sobre ciudadanía y gobierno, establece en su artículo 30, cap 1, que el Poder Ejecutivo invitará a todas las ciudades y villas de las provincias interiores para el nombramiento de diputados a un congreso “para formar una constitución”, los cuales deberán reunirse en la ciudad de Tucumán. Se debía nombrar un diputado por cada 15.000 habitantes. En ninguno de los artículos se habla de declarar la independencia. Además designa al Director de Estado (para todo el país) por su cuenta sin consultar a las provincias. Éstas, en su gran mayoría, rechazan el estatuto y al Director designado. Sólo aceptan la convocatoria al Congreso de Tucumán. Los Pueblos Libres, sintiéndose burlados, lo rechazan en su totalidad y convocan a un congreso propio en Arroyo de la China, que declara la independencia pero no la separación del resto de las provincias con las cuales propone formar una confederación de estados soberanos.

Este congreso llamado “de Oriente”, envía una delegación a Buenos Aires para tratar una serie de temas y poder llegar a un acuerdo. Cuando arriban a Buenos Aires, los delegados no son recibidos por el Director de Estado y son recluidos en la fragata “Neptuno” de donde no podrán salir y de allí deberán parlamentar con enviados del gobierno. 

Juan José Viamonte
Ninguna de las propuestas de los Pueblos Libres son por lo menos tratadas y las contrapropuestas porteñas son una serie de imposiciones que Artigas debería aceptar y enviar delegados a Tucumán para seguir con las negociaciones. Buenos Aires mientras propone un tratado de paz, ordena al general Juan José Viamonte y a su ejército, que ingrese a la provincia de Santa Fe bajo el rótulo de “Ejército de Observación”. Las relaciones se rompen nuevamente.


Estanislao López
            Así están las cosas en 1816, a tal punto que al mismo tiempo que se inician las deliberaciones del Congreso de Tucumán, marzo de ese año, la fuerza militar porteña al mando del general Viamonte, es derrotada y expulsada por una sublevación popular acaudillada por el gobernador Vera y  el capitán Estanislao López, debiendo Buenos Aires acceder a reparar los daños y saqueos producidos por ese ejército. 

          Mientras tanto continúan las acciones diplomáticas y militares para anular la influencia de Artigas en la región, entre ellas la invasión de fuerzas militares portuguesas a la Banda Oriental, cuyos objetivos son hacer base en el Río de La Plata, apoderarse de la Banda Oriental y aniquilar a Artigas porque también les molestaba por su influencia sobre Río Grande y Las Misiones. Pero llama la atención que un enviado de Buenos Aires a la corte del Brasil, Nicolás Herrera, ingresa con el ejército invasor como secretario del Jefe máximo del mismo, el general Lecor, mientras que otro delegado porteño tristemente célebre, Manuel José García y el representante inglés en la corte de Río de Janeiro, Lord Strangford, apoyan la invasión. 

 
Artigas en 1815
El Congreso de Oriente se disuelve considerando que no hay unión posible y los diputados de Los Pueblos Libres deciden no ir a Tucumán. Pero Artigas no se limita a la cuestión militar y a la organización federal, sino que desarrolla una política económica que toma medidas de apoyo a la producción masiva regional imponiendo altos aranceles a la introducción de artículos de ultramar y muy bajos a los provenientes de las Provincias Unidas del interior. Hay que recordar que en esos años existían aduanas interprovinciales. Quedan libres de derechos los libros, imprentas, máquinas y armas. Se dicta una avanzada legislación colonizadora de la campaña, distribuyendo la tierra pública entre negros libres, indios y criollos pobres. La tierra se daría gratuitamente y no se podía vender, donarla ni contraer hipotecas. También se dispone repartir animales vacunos y caballares de “europeos y malos americanos” que se consideren expropiables.

Declaración de la Independencia en 1816
Mientras tanto el Congreso de Tucumán, entre otras actividades incluidas las misiones de pacificación de los conflictos interprovinciales, declara el 9 de julio la independencia de nuestro país. Pero recordemos que este objetivo no estaba  en la convocatoria y sólo lo hace ante la presión que en tal sentido ejercen San Martín y Güemes a través de sus delegados, Belgrano con su presencia en Tucumán y la postura de Los Pueblos Libres en boca de los delegados de Córdoba. Pero el acta del 9 declara “… una Nación libre e independiente de los reyes de España y su metrópoli”, texto que desagrada a los partidarios de la independencia absoluta que vuelven a presionar y el día 19 de  julio en sesión secreta pedida por el diputado Medrano, se agrega la fórmula “… y de toda otra  dominación extranjera”. 

Francisco Laprida

 La omisión de los congresales porteñistas, que son mayoría en el Congreso, se debe a que se proyecta negociar la coronación de un príncipe relacionado con Portugal cuyas fuerzas invaden la Banda Oriental en ese momento, mientras que el Director Supremo Pueyrredón gestiona por alguien de la corte francesa, en desmedro de la idea de coronar a un Inca.


El Congreso de Tucumán es con toda justicia recordado y homenajeado por esta fundamental declaración de independencia y por haber establecido que la insignia patria era la creada por Belgrano. Es necesario mencionar que hasta ese momento (1816), lo que flameaba en el fuerte de Buenos Aires, eran los colores  borbónicos de Fernando 7º, a pesar que nuestra bandera existía desde  1812, aunque econdida o ¿destruida? según las órdenes dadas a Belgrano por el gobierno de Buenos Aires. 

Artigas en la Ciudadela
  
Se olvidan o disimulan las otras medidas negativas de este congreso que trasladado a Buenos Aires en 1817, dictará la constitución centralista de 1819 que provocará la disgregación de “Las Provincias Unidas de Sur América”. Los temores y desconfianzas respecto a este congreso por parte de Artigas y los Pueblos Libres, se vieron confirmados.

            Fue un congreso contradictorio. Bartolomé Mitre en el capítulo 27 de su “Historia de Belgrano y la Independencia Argentina”, caracteriza al Congreso de Tucumán de la siguiente manera: “… uno de los más raros fenómenos de la historia argentina. Producto del cansancio de los pueblos; elegido en medio de la indiferencia pública; federal por su composición y tendencias y unitario por las fuerzas de las cosas;[i] revolucionario por su origen y reaccionario en sus ideas; dominando moralmente una situación, sin ser obedecido por los pueblos que representaba; creando y ejerciendo directamente el poder ejecutivo, sin haber dictado una sola ley positiva en el curso de su existencia; proclamando la monarquía cuando fundaba la República; trabajando interiormente por las divisiones locales, siendo el único vínculo de la unidad nacional; … cediendo a veces a las exigencias descentralizadoras de las provincias, y constituyendo un poderoso centralismo, este célebre Congreso salvó sin embargo la revolución,[ii] y tuvo la gloria de poner el sello a la independencia de la patria.”


[i]  Aquí Mitre se permite una licencia poética, adjudicando a las fuerzas de las cosas una política determinada por los intereses de los comerciantes y hacendados que no querían compartir los dividendos del puerto.

[ii] Recordar que Fernando 7º había sido restituido en el trono en 1814 y había enviado una poderosa flota para recuperar las colonias americanas y se vivía en esos momentos un retroceso de las revoluciones en el resto de Hispanoamérica. El Río de la Plata fue la única región que mantuvo su revolución gracias a las acciones militares de Güemes, Belgrano, San Martín y Artigas.



BIBLIOGRAFÍA
Reula, Filiberto; Historia de Entre Ríos; tomo 1 – Cap. 16 - Editorial Castellví, Santa Fe, 1971.
Díaz de Molina, Alfredo; El Coronel José Javier Díaz y la Verdad Histórica, Editorial Platero, 1984.
Rosa, José María; Historia Argentina; Tomo 3; Cap. 3 – Editorial Oriente; Buenos Aires, 1979.
Mitre, Bartolomé; Historia de Belgrano y la Independencia Argentina; Tomo segundo, Cap. 21; 26; 27 y 34Editorial Juventud Argentina, Buenos Aires, 1945.
Rosa, José María; La historia de nuestro pueblo, fascículos 9 y 10 – Ediciones Zupa, Buenos Aires, s/f
Jesualdo; Artigas – 3ª parte – Cap 17 –Editorial Claridad – Buenos Aires, 1940.
Reyes Abadie, Washington – Artigas y el Federalismo en el Río de la Plata – Cap 5 y 8 – Hyspamérica Ediciones Argentina – Bs. As., 1986.


jueves, 30 de mayo de 2013

Fiestas Patronales de Gualeguay Parte 1 (Video)

Como un anticipo y homenaje a la fiesta de San Antonio, el próximo 13 de junio, ofrecemos este cine apunte de las fiestas del santo patrono de la ciudad de Gualeguay en la provincia de Entre Ríos, República Argentina, realizado en el año 2012. En esta parte se podrán apreciar los actos de la mañana que comenzaron con la llegada de los feligreses a la parroquia San Antonio.


Fiestas Patronales de Gualeguay Parte 2 (Video)

Segunda parte de las fiestas del Santo Patrono de Gualeguay, ciudad de la provincia de Entre Ríos, República Argentina. En esta sección podrán verse la procesión y el oficio religioso con la presencia de gran parte de la población.

Fiestas Patronales de Gualeguay Parte 3 (Video)

Tercera parte de las fiestas patronales de Gualeguay, provincia de Entre Ríos, República Argentina. En este segmento puede apreciarse la fiesta popular con la animación por parte de la Banda de la Policía de la Provincia de Entre Ríos.

martes, 14 de mayo de 2013

LA REVOLUCIÓN DE MAYO Y LA PARTICIPACIÓN DE ENTRE RÍOS



En los próximos días participaremos de una nuevo aniversario de la Revolución de Mayo de 1810. Sumamos desde este blog algunos datos muy poco considerados en la historia de los hechos de la revolución, que por lo general se circunscriben a lo ocurrido en Buenos Aires y sólo tangencialmente a las respuestas que estos hechos originaron en las ciudades del interior del Virreinato del Río de la Plata. Para ello presentamos un trabajo del profesor Gustavo Cichero que muy sintética pero eficientemente, nos relata lo ocurrido en la provincia de Entre Ríos.
 Por el Prof. Gustavo R. Cichero
 
Recova y Cabildo al fondo

Los últimos años del siglo XVIII y los primeros del XIX, mostraron la debilidad de los funcionarios españoles para mantener la unidad política de las colonias americanas.

Una serie de acontecimientos, contribuyeron a concretar el proceso de revolución e independencia. Dentro de estos hechos, cabe mencionar la campaña de Napoleón Bonaparte al territorio español, que en 1808 depuso al rey Carlos IV y a su heredero Fernando VII, incitando que la población española se levantara en armas y organizara juntas de gobierno en las ciudades.

La crisis española fue conocida en el Virreinato del Río de la Plata, lo que provocó una honda preocupación en el virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros, quien temía que los criollos aprovecharan la situación para sublevarse. 

 
Cisneros no se equivocó, pues en 1810 perdió el control político de su virreinato. Los criollos y algunos españoles descontentos de la ciudad de Buenos Aires, mediante un Cabildo Abierto, debatieron y concretaron el 25 de Mayo de 1810, la formación de nuestro primer gobierno patrio: la Primera Junta.
Si bien el cabildo porteño asumió la representación de todas las poblaciones del Virreinato, debía recibir el respaldo de estas. Para informar de los acontecimientos ocurridos e invitar a los cabildos del interior a que remitan diputados, se les envió una circular el 27 de mayo.
Si en Córdoba, Asunción, Montevideo, Alto Perú, entre otras, la Primera Junta era resistida fuertemente, en Entre Ríos, los cabildos de Gualeguay, Gualeguaychú y Concepción del Uruguay aceptaron enviar un diputado por cada una de ellas.
 
Mientras tanto, en España el Consejo de Regencia, que gobernaba en nombre de la monarquía derrocada, nombró un nuevo virrey para el Río de La Plata: Javier de Elío.
Como nuestro gobierno patrio (con sede en Buenos Aires) rechazó la designación, Elío se radicó en la realista Montevideo. Desde esta ciudad, a fines de 1810, zarpó una flota comandada por Juan Ángel Michelena, con el objetivo de sublevar a la provincia de Entre Ríos contra el gobierno de la Junta porteña.
Michelena remontó el río Uruguay y desembarcó en Concepción del Uruguay. Su presencia alertó a los patriotas, quienes se movilizaron ante el rearme español. 
Ante la inexistencia de soldados profesionales en nuestra provincia de Entre Ríos, los grupos improvisados que surgieron fueron dirigidos por los caudillos.

Los caudillos gozaban de gran renombre y prestigio en su zona, siendo los protagonistas de la guerra. Como carecían de formación militar, aprovechaban al máximo su conocimiento de la región para aplicar la “guerra de montoneras”. Los éxitos en el campo de batalla, recuperando los territorios tomados por los españoles, no solo los convertiría en jefes militares, sino también en líderes políticos.
Algunos de estos caudillos fueron: Bartolomé Zapata, oriundo de Gualeguay; Gregorio Samaniego, natural de Gualeguaychú; Vicente Zapata, de Nogoyá y Francisco Ramírez, originario de Concepción del Uruguay. 

Nativo con sombrero panza de burro
 Al igual que los entrerrianos antes destacados, muchos otros dieron su vida luchando por un país que estaba naciendo.









FUENTE
 * AROZENA, Hugo Nestor (Director General), ARCE, Facundo Antonio (Director Área Historia de Entre Ríos). Enciclopedia de Entre Ríos. Historia T 1.Paraná. Arozena Editores. 1978. pp 59-70.

sábado, 17 de noviembre de 2012

Las Islas Lechiguanas (Video)

Este video es una parte del Documental: Diario de un Viaje al País de Las Lechiguanas. Describe los aspectos generales, geográficos e históricos alrededor de este conjunto de islas que constituyen una verdadera reserva natural, hoy bajo la Jurisdición del Departamento Gualeguay (Entre Ríos). Alejadas de los centros poblados, separadas por caudalosos ríos y abandonadas junto a sus pobladores, de toda cobertura institucional.

 


sábado, 7 de abril de 2012

Un viaje al país de Las Lechiguanas – 7

El estreno de los documentales en Gualeguay
Vicente Cúneo y Jorge Surraco con pobladores de las islas luego del estreno de los documentales. De botas y pañuelo al cuello, Martín Cardozo.
El viernes 9 de marzo, de acuerdo a lo que estaba anunciado, estrenamos en Gualeguay los dos documentales sobre Las Islas Lechiguanas. El salón de la Biblioteca Mastronardi destinado a las sesiones de proyección habituales fue desbordado por un público que respondió a la amplia difusión dada por los medios de comunicación gualeyos. Muchas personas presenciaron la proyección de pie a través de ventanas y puertas que comunican con un patio y con el hall de entrada y muchas otras, al no poder ubicarse aún en esas incómodas posiciones, optaron por retirarse.

Al promediar la función, con el acuerdo de las autoridades de la institución, decidimos realizar una segunda proyección que fue anunciada para el miércoles 14 de marzo, también ampliamente difundida, resultando una situación similar a la del día del estreno. Desde temprano, bastante antes de la hora anunciada, muchas personas se acercaron, advertidas tal vez, para lograr una mejor y cómoda ubicación en la sala.

Si bien a todo realizador le produce una enorme satisfacción la respuesta importante de un público que soportó las incomodidades hasta la finalización de los dos documentales, mucho mayor impacto fue advertir la presencia entre el público de ex pobladores de las islas, así como también familiares de las personas que entrevistamos en las islas y se convirtieron en los protagonistas de uno de los documentales. Otro momento emotivo  vivido por mí, se produjo antes del inicio del segundo día de proyección, cuando vimos entrar a uno de esos entrevistados, Martín Cardozo, de bombacha y botas, pañuelo al cuello e impecable camisa (sus “pilchas” domingueras), que había viajado especialmente desde las islas para ver los documentales.

No encuentro palabras que expresen lo que sentí en esos momentos. Una rara mezcla de emoción y temor. Emoción por el gesto de semejante viaje, de varias horas por los ríos, seguramente en canoa con un pequeño motor, de un hombre de pocas palabras y gesto adusto y temor, porque tenía frente a la pantalla seguramente al público más exigente y al que podía defraudar si no había logrado reflejar con cierto grado de verdad la vida de estas personas. Era la prueba de fuego para mi mirada sobre las islas.

Cuando luego de la proyección fuimos llamados al frente de la sala para hablar con el público que expresaba su sorpresa por la vida que mostraban los documentales y de la que no tenía conocimientos, traté de forzar un comentario de Martín Cardozo que sólo nos expresó un “muy bien” dicho con una expresión impenetrable, casi de jugador de póquer. Me inquieté, porque si bien dije que era de pocas palabras, su expresión me pareció más una distante cortesía. Pero finalizado todo el acto, cuando todos se levantaban para irse, Martín se acercó, me abrazó y me dijo: “Surraco, venga por allá (su ranchada) cuando quiera y cuantas veces quiera”. Luego accedió a sacarse con nosotros, la foto que encabeza esta nota.

Fue el momento de mi graduación como documentalista.


Hago llegar mi agradecimiento al diario Debate Pregón, que todos los días durante esa semana se ocupó de difundir y comentar los documentales. A su directora, Sra Silvia Lagrenade y a Graciela Saavedra, gracias. 





 A los dos canales de TV que hicieron notas publicadas en sus noticieros, realizadas por Julián Cosso de Canal 2 y Natalia Frías de Cablevisión. 

Entrevista grabada en la Hemeroteca de la Biblioteca Mastronardi
 A Daniel Rodríguez que en su programa “AFECTOS”, de Canal 2, me hizo una entrevista que ocupó toda la hora de su espacio. A Pablo Pérez de FM la 1, como siempre, dándome muchos minutos de su programación para que hable con sus oyentes sobre mis proyectos en Gualeguay. A Jorge Barroetaveña que ha tenido, según me contaron, palabras favorables para mi persona y mi obra en sus programas de radio y televisión.

A todas las personas que fueron a ver las proyecciones que además de las incomodidades, soportaron el calor de esas noches gualeyas.

Finalmente a Vicente Jorge Cúneo, a su esposa Nelly y a toda su familia que nos reciben siempre con afecto. De protagonistas de uno de los documentales se han transformado en amigos entrañables, más aún, si me permiten: en hermanos de la vida.

 “Los Isleros”, hermosa pintura creada por Vicente Cúneo en homenaje a los pobladores de las Islas Lechiguanas y que tuviera la generosidad de regalarme y hoy preside mi rincón de trabajo en el pequeño recibidor de nuestra casa (aunque parezca antiguo no quiero decir living-room o simplemente “livin”).

Nota: La fotografía que encabeza esta nota se publica por gentileza de Graciela Saavedra y su esposo, quienes son sus autores.

miércoles, 22 de febrero de 2012

Un viaje al país de Las Lechiguanas – 6 (Video)

Trailer de 2 min 20 seg del
Documental cuya Duración es de 44 minutos – Fecha de realización: agosto 2011/febrero 2012.

Como su título lo indica, este documental relata el viaje realizado a las Islas Lechiguanas por seis amigos con el objetivo de conocer algunos y reencontrarse otros, con un paisaje que los deslumbra y reverencian como también con pobladores de antigua data en las islas por los que sienten un respeto y consideración especial. Utilizando la narración del viaje como soporte, se van intercalando relatos de distintas situaciones de vida como algunos aspectos del pasado y de la geografía tanto del lugar como del itinerario seguido en el viaje realizado en agosto del año 2011. Integraron el grupo como realizadores del documental, Claudia Surraco, Alejandro David, Vicente Jorge Cúneo y Jorge Surraco. Miguel Beresiartu y Ramón González, además de conducir el barco, oficiaron de guías y contactos con los pobladores, tarea a la que se sumó también Vicente Cúneo. Participaron en cámara y dieron generosamente sus testimonios, los pobladores Rosa Muñoz, Omar Fernández, Martín Cardozo y Miguel Burgo.

viernes, 27 de enero de 2012

Un viaje al país de Las Lechiguanas – 5

O una travesía a caballo por Las Lechiguanas en 1847
por Jorge Surraco Ba

Preparando la montura, dibujo de William Mac Cann, autor del libro que relato que comentamos.
“Un comerciante británico, William Mac Cann, visita la Argentina durante el siglo XIX en dos oportunidades.” Así comenzábamos hace poco más de un año, la nota que inauguró este blog y que tituláramos Un viajero inglés de paso por Gualeguay, en 1847, donde relatáramos esa parte del viaje que Mac Cann realizara a caballo por varias provincias argentinas. Dejamos nuestra crónica cuando el viajero decide continuar su camino para llegar a Buenos Aires, finalizando la nota de la siguiente manera: “Se le presentan dos posibilidades: una por agua, en barco, que era de alguna manera la normal y la otra a caballo atravesando arroyos, islas y ríos. El comandante de Gualeguay le dice que la segunda alternativa no sólo es peligrosa sino irrealizable, exponiéndose a ser atacado por los desertores “que infectan ese distrito”. Contrariamente a lo que podría pensarse, William Mac Cann elige la segunda opción, recorrido que hoy sigue siendo por lo menos complicado con alguna dosis de peligro, realizando en aquellos años un  viaje a Buenos Aires que resulta toda una aventura, pero…”, prometiendo a continuación referirnos a dicho derrotero en otra oportunidad.

Hoy, luego de haber realizado nuestro primer viaje a Las Lechiguanas en su zona quizá no totalmente inhóspita, volvemos sobre el viajero británico y su relato con no poca admiración por haber concretado esa travesía a caballo hace más de ciento sesenta años, aunque no hay que olvidar que para que el inglés pudiera hacer esa travesía por única vez, había sin duda numerosos baqueanos que lo hacían habitualmente.

 Plano actual de las Lechiguanas con los nombres en bordó de los arroyos internos que cruza el viajero y no figuraban en el original.

“Pocos días antes (de emprender su viaje, cuenta Mac Cann), una banda compuesta por siete de ellos (desertores), había sido apresada y todos ejecutados de inmediato; nosotros pasaríamos por el sitio donde debían hallarse los cadáveres, a menos que los tigres o las aves de rapiña los hubieran devorado.”  Es indudable que don William es un buen narrador que en pocas palabras nos pinta la peligrosidad del camino y el tamaño de su osadía, colocándose en posición de héroe casi mitológico. “Sopesé detenidamente las desventajas que me ofrecían ambos caminos y como el viaje por agua me significaba un molesto retardo de varios días, al final me decidí por atravesar las islas, lo que podía hacer en dos días con facilidad.”

Mac Cann dibujó también a un gaucho argentino

“Acompañado por dos baquianos bien armados y bien montados –como lo iba yo mismo- salí de la ciudad de Gualeguay. El camino corría por una verdadera jungla o selva virgen, guarida natural de los tigres. Al atardecer del día siguiente, estuvimos a la vista del Paraná Pavón y seguimos marchando por una de sus márgenes, durante dos horas, hasta llegar al desembarcadero de la balsa. El servicio de esta balsa se ha establecido para facilitar la conducción de los despachos gubernativos, entre las provincias de Entre Ríos y Buenos Aires. Dos o tres soldados son los encargados de hacerlo.”  Dato interesante para remarcar en cuanto a la presencia institucional en la zona en 1847, presencia que hoy los pobladores de la zona reclaman como insuficiente o nula.

Sigamos con Mac Cann. “La luna brillaba en todo su esplendor y nos aprestamos para dormir a la orilla del río. Aunque la jornada… me había fatigado mucho, los mosquitos me molestaron… que ya me parecía imposible lograr algún descanso.” Esto no sólo no ha cambiado sino que es seguro se ha acentuado con mosquitos que a uno le parecen haber crecido de tamaño. “Pero se habían encendido fogatas para llamar la atención de los hombres que se hallaban en la orilla opuesta; éstos las advirtieron y vinieron enseguida para cruzarnos en sus botes. Con esto levantamos muy luego el campamento, para armarlo en la orilla opuesta.”
En este punto el viajero se detiene a escribir sobre los carpinchos que abundan y de los cuales hace una descripción y da una opinión interesante pero que no nos parece pertinente a los fines de esta nota cuyo objetivo es la descripción del viaje.

“En la mañana siguiente, los soldados nos dieron cabalgaduras de refresco y pronto llegamos al río Los Hornillos que en esos lugares tiene una ciento cincuenta yardas de ancho (ciento treinta y siete metros). En pocos minutos nuestros baquianos lo atravesaron nadando con sus caballos y luego volvieron a cruzar el río, solos. Formaron luego con un cuero seco, unidos por sus esquinas, una especie de batea cuadrada, algo como una canoa, que llaman también balsa; tendría unos tres pies de largo por dos y medio de ancho (un metro por ochenta centímetros), con seis pulgadas de profundidad (quince centímetros). Allí pusieron mi equipaje y lo cruzaron en tres viajes consecutivos. Una vez cargada la pequeña embarcación, la conducían al agua y un hombre, nadando, la empujaba hasta la orilla opuesta. Una vez que se hubo trasladado todo mi equipaje, y ya puesto en seguridad, cruzamos nosotros el río, también a nado, llevando las ropas en la balsa.”
Dibujo de Paucke del cruce de un río

Interesante descripción de los cruces de los ríos, forma o técnica que se remonta a la época de la colonia. Cien años antes del viaje del británico, Florián Paucke, misionero jesuita, describe cruces de los ríos de manera similar, en su libro que relata su estada entre los indios mocovíes de 1749 a 1767.
Un antiguo grabado muestra el cruce de un río










Sigue Mac Cann: “Habiendo cabalgado durante una hora, llegamos al río Perdido y lo cruzamos de la misma manera que el anterior. El río próximo se llamaba el Sacar Calzón (El Sacacalzones o Quitacalzones) y como su nombre lo indica, era vadeable, aunque algo profundo. Por la tarde estuvimos en el río Lechiguanas, que cruzamos con la balsa.”  Cabe aclarar que esos ríos que menciona el viajero inglés, mantienen actualmente los nombres que el menciona por lo que es posible marcar el derrotero que siguió, en un mapa de hoy.

Basándonos en el relato hemos recontruido el posible recorrido y sus distintas etapas para el cruce de los ríos.
“Después de pasar este río (el Lechiguanas), echamos a andar por entre la isla llamada las Lechiguanas.” Esta frase nos llamó la atención porque para la demarcación actual las Lechiguanas tienen por límite norte El Paraná Pavón y el Paraná Ibicuy, por lo que para nosotros Mac Cann entró a las Lechiguanas después del primer cruce ríos. Pero gracias a viejos documentos que nos facilitara el Profesor Gustavo Cichero, hemos encontrado un mapa publicado en 1903 pero que seguramente data de años anteriores, donde las Lechiguanas comienzan después del río del mismo nombre. Por lo tanto la indicación del viajero es correcta para la época en que hizo el viaje.

Mapa de la zona de islas del delta entrerriano anterior a 1903 con una delimitación de Las Lechiguanas, distinta a la actual.
Continúa don William: “El camino resultó penoso, porque las hierbas gigantes, entrelazadas unas con otras, hacían muy dificultoso y lento el avance; por momentos, apenas si los caballos encontraban una abertura por donde pasar la cabeza y nos veíamos obligados a detenerlos y buscar otro paso entre la maraña. Estuvimos cerca de dos horas entretenidos, contemplando una goleta de gran velamen que bajaba por el río Paraná. Poco después llegamos a la orilla e hicimos un disparo de arma de fuego para que se notara nuestra presencia. Entonces salió un bote desde la margen opuesta, para cruzarnos. Estábamos a unas sesenta leguas de la ciudad de Buenos Aires.

Teniendo en cuenta que la legua inglesa equivale a 4827,9 metros, en términos actuales se encontraba aproximadamente a 290 km lo que lo ubicaría prácticamente en la actual Rosario, lo que no nos parece correcto porque significaría un importante desvío en el camino. Nos parece más acertado, deducido del mismo relato, que hubiese cruzado a San Nicolás de Los Arroyos, localidad importante en esos años o a la actual Ramallo que en ese momento no existía pero que en ese punto ofrecía y ofrece un buen lugar para el cruce del Paraná.

En la noche del segundo día de viaje, llegamos a las cercanías de la ciudad, pero antes de entrar a ella quisimos pasar algunos días de placentero descanso…”

Tapa de la edición de Hyspamérica.
Hasta aquí el relato de William Mac Cann. Gracias a su minuciosidad en las descripciones, posiblemente con alguna intención que no podemos precisar, podemos reconstruir una forma de viajar a través de las islas Lechiguanas en 1847 que, de acuerdo a la experiencia reciente de nuestra visita a las islas, no habría mucha variación si quisiéramos repetir el itinerario seguido para cruzar a caballo ese territorio, con el agravante de que no contaríamos en todos los cruces de los ríos con los auxilios necesarios. Cuando leíamos estas páginas recordamos, por lo parecido en las vicisitudes, el relato que nos hiciera el artista plástico Vicente Jorge Cúneo, de su primer viaje a caballo a través de las Lechiguanas cuando en 1978 se hizo cargo de la escuelita del arroyo Los Hornillos en la confluencia con el Lechiguanas, donde había sido designado maestro y director. Precisamente con Vicente hemos estado intercambio vía correo electrónico, algunas dudas que nos han surgido respecto al tiempo que dice que demoró el viajero inglés en realizar el trayecto que narra. Como Vicente además de haber vivido en las islas varios años, es hombre de a caballo, está realizando los estudios que refutarán o confirmarán los tiempos dados por Mac Cann y que serán publicados en una próxima nota.


Fuentes Bibliográficas
William Mac Cann, Viaje a caballo por las provincias argentinas. Hyspamérica Ediciones Argeentinas, S.A., Buenos Aires, 1985.
Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires, Antecedentes de la cuestión de límites promovida por la Provincia de entre Ríos, Publicación Oficial, La Plata 1911.
Nuestro agradecimiento al Prof Gustvo Cichero y a Vicente Jorge Cúneo.

jueves, 1 de diciembre de 2011

Un viaje al País de las Lechiguanas - 4 (Video)


Mascota lechiguanera
Durante el viaje que hiciéramos en barco a las Islas Lechiguanas, una de las paradas fue el puesto de engorde de ganado de Manuel Cardozo, situado sobre el arroyo El Tala, a unas tres horas de navegación desde Puerto Ruiz. Entre otras cosas, allí llegamos por casualidad mientras uno de los pobladores amamantaba, mamadera mediante, una pequeña nutria guacha, por muerte o caza de su madre. Estas nutrias son criadas en cautiverio y regaladas como mascotas a familias de las ciudades cercanas.
Así es. De casualidad nos encontramos con esta escena que rápida e improvisadamente nos apuramos a registrar. Nos hizo pensar en muchas cosas.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Un viaje al País de las Lechiguanas - 3

…y a la Calera
Tercera parte por Jorge Surraco

Fragmentos de una carta enviada luego del viaje.

Zanjón de Larrateguy
(…) En cuanto a mis andanzas, te cuento que hicimos con amigos dos viajes, el primero a La Calera en el Departamento Islas de Ibicuy y el segundo al sector norte de las Islas Lechiguanas pertenecientes al Departamento Gualeguay, para filmar, en el primer caso una escuela rural en zona inhóspita y en el segundo a pobladores nutrieros y puesteros cuidadores de ganado, en ambos casos, escuela y pobladores, en el medio de “la nada” pero también de una agreste belleza. 

 Fue como viajar en la máquina del tiempo, observando formas de vida en condiciones mínimas, rodeadas de privaciones y grandes sacrificios, a menos de 200 Km de la ciudad de Bs.As. y no más de 60 Km de centros poblados como San Nicolás, San Pedro, Rosario, Victoria o Gualeguay, pero el hecho de estar rodeadas por los brazos del río Paraná en sus tramos más caudalosos, las convierte en zonas mucho más alejadas. Dicen los expertos que un km por agua equivale a cuatro por tierra.

Por el Arroyo El Tala

No obstante fue revelador encontrar personas de grandes valores, construyendo desde el silencio y el anonimato una parte de esta patria maravillosa. Chicos nacidos y criados en las islas con ansias de conocimientos y de un cariño que reclaman sin decirlo pero que también ofrecen espontánea y abiertamente. 

Maestros que además de enseñar, deben hachar leña en el monte para paliar el frío; transportar a los chicos en canoa; ser padre, madre y enfermero; pensar en la comida y en la limpieza de los dormitorios y baños (porque es una escuela albergue), para regresar a sus hogares los fines de semana haciendo “lancha stop” en el río, costumbre que al descubrirla, fue otro de mis asombros.


Los alumnos y el maestro llegan a la Escuela de La Calera luego de navegar más de media hora por el río a temperaturas bajo cero
 
Pobladores originarios de esas islas que no pierden las esperanzas y que vuelven a su ranchada después de cada inundación para empezar de nuevo. Pero sólo quedan los más viejos. Se ven pocos jóvenes y también pocas mujeres. Las islas se van despoblando. El cambio climático, las vacas y las inundaciones, los van corriendo, como también los nuevos dueños que con escrituras, según dicen, no bien habidas, aparecen ahora que las islas empiezan a tener un valor económico de uso, luego de centurias de ser lugares abandonados, salvajes, para personas que necesitaban esconderse o buscaban vivir lejos de la vida ciudadana y dispuestos a hacer frente a la naturaleza pero al mismo tiempo integrarse a ella.

Miguel, puestero, distrae una yarará para matarla.
 Ahora que las tierras antes dedicadas a la ganadería (Gualeguay era un Departamento ganadero) están monopolizadas por la soja, las tierras bajas, inundables son dedicadas al ganado que cuando lo sacan en barco por las inundaciones, ya está engordado (“terminado” dicen por allí) para llevarlo al mercado. En ese momento, en las islas queda la gente esperando los nuevos novillos para invernar. Junto a los pobladores están también las yararás y el ratón colorado, portador del hantavirus, paseando por los patios de las ranchadas.

Elegí, como organizador de la expedición, el invierno para hacer esos viajes con la idea de apreciar las condiciones más desfavorables pero lo que no calculé fue que nos tocarían las dos olas polares que hubo este año: la de fines de junio en Ibicuy y la de principios de agosto en Lechiguanas. Resultó muy impactante viajar en una canoa que en el medio del río parecía más chica de lo que realmente era; vivir y dormir en las mismas condiciones de esas personas, aunque ellos trataban de darnos las mejores que disponían y después recorrer las islas en un viejo barco mucho más grande que la canoa pero donde había que dormir sobre la planchada porque camarotes no tenía. 

Beresiartu, patrón del barco, el poblador Fernández y Jorge Surraco
 No quiero presentar esto como una acción heroica, porque no lo es, sólo intento pintar cómo sentí siempre y por suerte sigo sintiendo, el trabajo del documentalista. Yo no puedo ser un observador externo, periodístico, necesito involucrarme, interactuar y tratar de sentir en mi cuerpo lo que sienten las personas que busco documentar. No es que no tuviera conocimientos de estas cosas, pero es muy distinto vivirlas.

Vicente, Claudia, Olga, pobladora y Ramón, práctico del barco
Después de esta fantástica experiencia, te puedo asegurar que todos los problemas que me hacía y enfrentaba en mis tareas profesionales, siento hoy que fueron nada. No quiero desmerecer esas tareas, pero cuando se conocen otras realidades no puede uno menos que sonreír y decir simplemente “¿de qué me quejo?”. Claro que, como ya me han dicho ante mi comentario: cada uno evalúa y mide sus posesiones y sus necesidades con el patrón que le da el medio en el cual vive. Pero bueno sería asomarse a veces por encima de nuestro ego. Los urbanos, especialmente los de grandes ciudades, vivimos muy amontonados, pegoteados tan cerca unos de otros que no nos vemos. 

Martín, otro poblador
 Los isleños que he conocido, viven a media hora de canoa del vecino más próximo, pero se conocen, están atentos por si alguien necesita ayuda. Era increíble como mirando el río a lo lejos decían: allá va fulano o por aquel lado viene tal señalando lo que para nuestros ojos sólo era un punto en la distancia. Algo similar pasaba con los sonidos que diferenciaban con absoluta certeza. Nosotros, los urbanos, tenemos tan cerca las paredes y los techos que nos acortan la capacidad de nuestros sentidos. Ellos tienen horizontes de agua y por techo nada más que las estrellas. Quizá por eso es que me parecieron más sabios a pesar de su falta de instrucción. 
                                                                              
Ranchada del matrimonio Fernández
 Pero son concientes del abandono al que los somete el sistema que rige en tierra firme. Saben también que inexorablemente su futuro está en las islas porque no sabrían que hacer en otro lado. Por eso los hijos se van o los empujan a tentar suerte en las ciudades y cuando aún son chicos, también se van las madres acompañándolos. En las islas van quedando sólo los viejos u hombres solos.


Fueron viajes iniciáticos o casi y es muy difícil volver sin experimentar alguna transformación.

Islas del Arroyo El Tala

sábado, 8 de octubre de 2011

Un viaje al país de Las Lechiguanas - 2


Segunda parte

En esta segunda entrada sobre el viaje a Las Lechiguanas, nos agrada sobremanera publicar un poema sobre las islas cuya autoría pertenece a Vicente Jorge Cúneo, hoy reconocido artista plástico entrerriano y que fuera durante cuatro años, maestro rural en el mismo centro de estas islas, la intersección de los arroyos Lechiguanas y Los Hornillos. La sensibilidad y amor por las islas de Vicente, se ve reflejado tanto en su poema como en las imágenes pictóricas y fotográficas, también de su autoría, algunas de las cuales ilustran esta página. Vicente, mucho más que acompañarnos en el viaje que hiciéramos a las islas en el mes de agosto, fue un guía en la relación con los pobladores quienes, a pesar del tiempo transcurrido lo seguían recordando, a tal punto, que lo recibían como a un amigo de visitas habituales.
 

Las Lechiguanas
 
Islas, las del dulce encanto,
de horizonte leve, de azul infinito;
con cielos sangrantes en atardeceres;
con sedientos sauces que mece el “remanse”
y zorzales de canto demorado y grave.
Revelas dos caras, cual la vida misma,
apacibles aguas en quietas estampas
o crecido avance que todo lo arrasa;
reflejos que copian la frondosa orilla
u oleaje impetuoso que golpea y espanta.
Tendí la mirada en toscos veranos,
me quedé en zumbidos de néctar, ufano;
bebí en el bullicio de alegres bandadas,
anduve senderos de juncos bravíos
embriagado en brillos de piel y de escama.
Hoy renacen memorias de apacibles horas;
será verte de nuevo, entrar en tu flora
de savia continua, quedar extasiado,
rendido al embrujo de tu nombre eterno
que renueva dicha de ser pronunciado.
Islas, las del dulce encanto…
¡Verte de nuevo, déjame soñarlo!...

Vicente Jorge Cúneo, Gualeguay, enero de l985.
"Latitud Sur", Itinerario de un sentimiento.Paraná, 2007.

 





Vicente Cúneo conversando con pobladores de Las Lechiguanas en el reciente viaje