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sábado, 10 de septiembre de 2011

Un viaje al país de Las Lechiguanas


Primera Parte por Jorge Surraco

La cabecera de esta nota, donde vamos a contar nuestro primer viaje a las Islas Lechiguanas, remeda el título del relato de José S. Alvarez, mas conocido como Fray Mocho quien hacia fines del siglo XIX publicó “Un viaje al país de los matreros”, libro que describe vida y paisaje de la región que ocupan estas islas y de otras que se extienden Río Paraná arriba hasta la altura de la ciudad de Diamante, en la provincia de Entre Ríos. No sólo Álvarez se ocupó en ese siglo de estas islas sino que antes lo hicieron Domingo Faustino Sarmiento y Marcos Sastre con ópticas bastante diferenciadas entre los tres autores. Posteriormente en el siglo XX, Lobodón Garra, seudónimo de Liborio Justo, no sólo escribió acerca de las islas sino que también vivió en la zona de Ibicuy. 
En una próxima entrada nos ocuparemos de presentar una relación comparativa de los textos de los cuatro escritores. Por ahora vamos a presentar una serie de datos sobre las Islas Lechiguanas que nos impulsaron a realizar nuestro viaje.


Si bien puede ser información conocida, haremos una referencia rápida acerca de Las Lechiguanas, describiéndolas como un conjunto de islas formadas por aluvión a lo largo de muchos siglos en la zona donde la tempestuosa corriente del Río Paraná, comienza a aquietarse en dirección a su desembocadura. Integra el llamado pre delta junto al sector de islas de las regiones de Victoria y Diamante al norte y las de Ibicuy al sur, todas en la provincia de Entre Ríos y que se continúan con el Delta propiamente dicho que se extiende hoy hasta El Tigre y un poco más allá de San Fernando, en la provincia de Buenos Aires. 

Las Lechiguanas, cuyo nombre deriva del quechua lláchiwána: avispa que produce miel, están limitadas por el curso principal del río Paraná al sur y el brazo del mismo conocido como Paraná Pavón al norte, que cambia de nombre por Paraná Ibicuy a partir de la Boca del río Gualeguay. El extremo noroeste de estas islas está ubicado frente a Villa Constitución en la provincia de Santa Fe, extendiéndose más allá de Baradero en la provincia de Buenos Aires y la localidad de Ibicuy en la provincia de Entre Ríos. Observadas en un mapa, el contorno que presenta el conjunto de estas islas podría compararse con el perfil de un dirigible o zepelín, torpe o modernamente dibujado, más ancho en su parte media y angosto en sus extremos. Tienen una superficie de 250.000 hectáreas y su interior lo surcan gran cantidad de arroyos de potente caudal.


La posesión territorial de estas islas estuvo en litigio desde finales del siglo XIX. La provincia de Buenos Aires las reclamaba como parte de su territorio mientras que para Entre Ríos siempre habían formado parte del suyo. El problema radicaba en la determinación precisa del límite entre ambas provincias. En 1902, un acuerdo entre los delegados de las provincias litigantes estableció que el límite era el canal de navegación del Río Paraná, lo que dejaba a las islas bajo la jurisdicción de Entre Ríos pero, en 1910, el gobernador de Buenos Aires rechazó el convenio dado que a esa fecha no había sido homologado por el congreso de la Nación, tal como lo establecía la Constitución Nacional.

En 1944, el Instituto Geográfico Militar dictaminó que el límite entre ambas provincias debía ser el Paraná propiamente dicho y no alguno de sus brazos, es decir, el canal principal de navegación. En 1959 se firmó un convenio por los gobernadores de ambas provincias ratificando el límite en los ríos Paraná y Paraná Guazú, convenio aprobado por la Legislatura entrerriana en 1961, ratificado por Buenos Aires en 1966 y puesto en vigencia por la sanción y promulgación de un decreto-ley nacional de ese mismo año. Posteriormente debieron ser homologados por medio de la ley nacional Nº 18000 por tratarse de aprobaciones producidas durante regímenes de facto.

En un primer momento las islas se dividieron jurisdiccionalmente entre los departamentos de Gualeguay y Gualeguaychú pero finalmente  quedaron todas las islas como integrantes del territorio de Gualeguay. Hasta este momento, habían pasado más de cien años desde que comenzó el litigio. Mientras tanto las islas vivieron en aislamiento y abandono. Esta situación no ha cambiado hasta hoy, a pesar de vivir relativamente cerca de centros muy poblados. Por el lado del Paraná, las islas están enfrente de las localidades (enumeradas de sur a norte) como Baradero, San Pedro, Ramallo, San Nicolás de Los Arroyos, en la provincia de Buenos Aires y Villa Constitución en la provincia de Santa Fe.  
El extremo noroeste de las islas está aproximadamente a 60 Km de Rosario y el extremo sureste a unos 160 km de la ciudad de Buenos Aires.  

De la cabecera departamental, Gualeguay, no la separan más de 50 km, pero de Puerto Ruiz hasta las costas norte de las islas en el Paraná Pavón y Paraná Ibicuy, las extensiones de campo y agua, acrecientan el aislamiento pero el abandono, nos parece que es una realidad derivada de la falta de conocimiento y del interés no sólo de las autoridades sino también de la mayoría de los gualeyos. Este sentimiento es común a los pobladores de las islas y podemos dar testimonio de ello, no sólo por haberlo escuchado de sus labios sino también por lo manifestado por algunos amigos de Gualeguay que esperan nuestras filmaciones producidas en nuestros viajes para conocer las islas, pero no les interesa acercarse a ellas. Creemos (y desearíamos equivocarnos) que en el pensamiento de los gualeyos, Las Lechiguanas están muy lejos y no forman parte de su identidad territorial. Se habla de las islas en tiempo de inundaciones, del rescate de ganado y de personas o por algún caso de hantavirus. Algo parecido parece ocurrir con la localidad de Puerto Ruiz que está a sólo diez km de la ciudad. 



Sin embargo tenemos el convencimiento de que son dos lugares plenos de belleza e historias que bien merecen la atención y la integración al sentir e interés de por lo menos todos los gualeyos. Las islas están plenas de vida, no sólo la silvestre que promocionan las páginas de turismo, sino la humana que se desarrolla en condiciones por demás precarias y sacrificadas pero que producen un tipo humano con valores que en la vida ciudadana van desapareciendo. Nos referimos a pobladores autóctonos, a los  que nacieron, o por lo menos desde muy chicos crecieron en las islas; que aprendieron a sobrevivir en un medio hostil pero que hicieron propio consustanciándose con él, viviendo al ritmo y las fluctuaciones que imponen el clima y las inundaciones periódicas. Así se hicieron nutrieros, carpincheros, pescadores o cazadores de patos o chajás, tanto para alimentarse como para comerciar rudimentariamente. Hoy son además puesteros o cuidadores de ganado en engorde, porque el desplazamiento de la ganadería por la soja en los campos del departamento, ha hecho descubrir y valorar los campos bajos y los de las islas para invernar novillos. Si bien en las islas se ha trabajado en ganadería desde hace mucho tiempo, en la actualidad esa actividad se ha acrecentado. Pero también es una realidad que las islas se van despoblando de familias. En algunas zonas, sólo quedan los hombres que deben viajar cada tanto a las ciudades para ver a los suyos.


“Antes estas tierras no valían nada y no tenían dueños. Ahora aparecen muchos con papeles que según dicen, los hacen dueños de las islas”. De esta manera nos comentó un poblador su visión de un problema que hemos podido corroborar recorriendo páginas de Internet que  muestran varios y diversos conflictos de posesión y los esfuerzos del estado provincial por la recuperación judicial de extensiones de islas otorgadas de manera irregular durante las dictaduras militares. Pero sin querer obviar este problema, aclaramos que nuestro tema es la vida en Las Islas Lechiguanas en su sentido más amplio. Vida, de la que nos iremos ocupando en próximas entradas. 


Si bien este blog se ocupa principalmente de temas relacionados con el pasado, en esta oportunidad trataremos algo que transcurrió hace poco tiempo pero que significó, de alguna manera, un viaje hacia el ayer, casi como si hubiésemos sido transportados por la máquina del tiempo.

Fotografías de Jorge Surraco
 Continuará

1 comentario:

Anónimo dijo...

RECIEN POR CABAL 9 BS AS,VI ,EN ALMA GAUCHA,CON EL CANOERO UN MUY LINDO PROGRAMA DESTACANDO EL LUGAR,LA VIDA DE AYER,Y HOY UN PAISANO,QUE HABITA DESDE 1984,EL SR. BAYER ,SOBRE EL BARRIO LAS CANALETAS,SAN PEDRO,FRENTE A LAS ISLAS VIVEN HERMANA Y CUÑADO,EL LUGAR ES REALMENTE HERMOZO,EL CUAL VISITARE PROXIMAMENTE.-
INVITO A QUIE SEA A VISITAR EL LUGAR.-
Francisco Penna
camalotes@live.com