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domingo, 30 de junio de 2013

¿Por qué Entre Ríos no estuvo en el Congreso de Tucumán en 1816?



Por Jorge Surraco Ba


Cuando hacemos la pregunta planteada en el título de esta nota, a personas interesadas en la historia de la Patria, la respuesta es un nuevo interrogante que encierra una mezcla de sorpresa e incredulidad: ¿Cómo que no estuvo? Pero la verdad es que no estuvo, como tampoco estuvieron representantes de varias provincias de la región litoral de la actual  Argentina. Lo que sucede es que en la enseñanza de nuestra historia en los ámbitos  educativos de todos los niveles, como en la difusión popular, se omiten hechos concretos de la historia que permitirían hacer otro tipo de interpretación de nuestro pasado, herramienta fundamental para explicarnos el presente.

La idea que se transmite, tácitamente, es que todas las regiones integrantes de las Provincias Unidas del Río de La Plata viajaron rauda y entusiastamente a Tucumán para declarar la independencia de la Patria. Pero lo cierto, es que el Congreso de Tucumán no se convocó para declarar la independencia, como sí lo había sido la Asamblea del año 13 (que no lo hizo), sino para “formar la Constitución”. Y no es que las provincias del Litoral no quisieran una constitución, sino que exigían mucho más.
Pero antes de entrar en tema veamos, en el siguiente cuadro, las ciudades que enviaron sus representantes:


Ciudades
Representantes
Buenos Aires
Juan José Paso, Antonio Sáenz, Pedro Medrano, fray Cayetano Rodríguez, José Darregueira, Tomás Manuel de Anchorena y Esteban Gascón.
Tucumán
Pedro Míguel Arároz y José Ignacio Thames.
San Luis
Juan Martín de Pueyrredón.
San Juan
Fray Justo Santa María de Oro, Francisco Narciso Laprida.
Mendoza
Tomás Godoy Cruz y Juan Agustín Maza.
Jujuy
Teodoro Sánchez de Bustamante.
Santiago del Estero
Pedro Francisco de Uriarte y presbítero Pedro León Gallo.
Catamarca
canónigo Manuel Antonio Acevedo y José Antonio Olmos.
La Rioja
Canónigo Pedro Ignacio de Castro Barros.
Córdoba
Eduardo Pérez Bulnes, Jerónimo Salguero y Cabrera, José Antonio de Cabrera y Miguel del Corro.
Salta
Mariano Boedo y José Ignacio de Gorriti.
Charcas
José Mariano Serrano y José Severo Malabia.
Mizque
Pedro Ignacio Rivera
Chichas
Juan José Fernández Campero

En primer lugar llamamos la atención sobre la disparidad en el número de representantes por cada ciudad de las provincias Unidas. Se puede explicar en función de la cantidad de habitantes en cada localidad y el porcentaje de representantes establecido por la convocatoria, pero pensamos que tal porcentual obedeció a razones políticas que buscaban la preeminencia de Buenos Aires.
            Un segundo aspecto a destacar es que Córdoba había objetado al principio el estatuto de la convocatoria pero, finalmente acepta concurrir sin romper su alianza con la Liga de los Pueblos Libres del Litoral. La ciudad de Salta que también se había opuesto, accede enviar sus representantes y estos llegan con las sesiones no solo iniciadas sino bastantes avanzadas.

            Observar que las tres últimas ciudades de la lista están situadas en el actual territorio de Bolivia o Alto Perú como se lo llamaba en la época del Congreso, integrante de Las Provincias Unidas y que en ese momento había quedado nuevamente bajo el dominio de las fuerzas del rey borbónico. Algunos de dichos representantes habían sido designados con anterioridad al avance realista y otros elegidos por el Cabildo de Buenos Aires entre los exiliados altoperuanos en esa ciudad. Esto podría explicar el apoyo incondicional de esos diputados a los planteos políticos e instrucciones del gobierno central.

Gervasio de Artigas

            Quienes no concurrieron fueron los representantes de Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes, Misiones, la Banda Oriental y Paraguay, provincia entonces ésta última, que estaba en pugna con el centralismo porteño desde 1811; se había negado a enviar diputados a la Asamblea del año 13 porque Buenos Aires rechazó un proyecto de Confederación que proponía. Además declaró su independencia en 1814 y en el mismo año de 1816, realiza un congreso que designa dictador perpetuo a Gaspar Rodríguez de Francia, enemigo acérrimo de la política porteña. Los mismos problemas con Buenos Aires enfrentaban las otras provincias de este grupo que sumando a Córdoba, habían formado la Liga de los Pueblos Libres bajo el protectorado de Gervasio de Artigas, quién tenía un actitud opositora a la política de Buenos Aires, pero dispuesto a negociar con el centralismo porteño en función de la unión de las regiones que integraban el ex Virreinato del Río de La Plata.

            Desde su primer acercamiento a Buenos Aires, Artigas no es bien mirado por las autoridades porteñas. Se le tiene mucha desconfianza y se intenta, expediciones militares mediante, sacarlo de la escena política. Pero los conflictos mayores comienzan cuando sus enviados a la Asamblea del año 13 son rechazados. Las argumentaciones se basan en algunas formalidades en la elección de los diputados, pero el fondo de la cuestión lo constituyen las instrucciones sobre la organización federal del país que Artigas ha dado a sus representantes para que se traten en el Congreso. En realidad esas propuestas son elaboradas por el Congreso de Peñarol, sobre una base dada por Artigas y luego confirmadas por los cabildos de las provincias que adhieren al caudillo oriental.



Esas ideas molestan al sector conservador porteño, pero cuando se las analiza hoy, comprobamos que están en gran parte incorporadas a la Constitución Nacional desde 1853, como fundamento institucional de la República Argentina. Lo triste es que debieron transcurrir cuarenta años de lucha y muerte para arribar a una solución que estaba propuesta por los pueblos en 1813. 

 
Soldado de las milicias
Artigas por ser el principal referente de esta tendencia, es declarado por las autoridades de Buenos Aires, traidor a la patria y su cabeza puesta a precio. Si bien las invasiones porteñas a las provincias del litoral habían comenzado en 1811, a partir de 1813 se intensifican y algunas, como la comandada por el Barón de Holmberg, tienen la  misión de capturar y dar muerte a Artigas y a sus seguidores.  Pero al Barón no le va nada bien en su intento, porque es derrotado y apresado por los entrerrianos al mando de Ortogués y Hereñú, quienes no proceden de la manera que lo hubiera hecho el austríaco con un resultado a su favor de la batalla del Espinillo. El Barón pudo así seguir con sus estudios botánicos por muchos años más


Carlos de Alvear
1815 es un año crucial. Se produce una revolución que depone al director Supremo Alvear, encarnizado enemigo tanto de Artigas como de San Martín y se disuelve la Asamblea del año 13. Esta revolución es uno más de los golpes y contragolpes de estado que se vienen sucediendo desde 1811 en Buenos Aires y que coloca en el poder a uno u otro de los grupos enfrentados pero coincidentes en sostener la supremacía de la ciudad puerto sobre el resto de las provincias. No se niega que en Buenos Aires hubiera partidarios de las ideas federales, pero no tienen el poder suficiente para imponerse.

Luego del golpe del 15 de abril de 1815, el gobierno y el poder quedan depositados en el Cabildo que designa como “Director de Estado” a Álvarez Thomas que no se hará cargo hasta el dictado del “Estatuto Provisional”. Se elige entonces una “Junta de Observación” de cinco miembros con el encargo de dictar dicho estatuto. Álvarez Thomas, ya en el poder, intenta un acercamiento a Artigas anulando todos los bandos en su contra decretados  por el gobierno anterior. Pero la relación vuelve a romperse al poco tiempo.

 
Habitante dela Banda Oriental
            El Estatuto, entre muchas disposiciones sobre ciudadanía y gobierno, establece en su artículo 30, cap 1, que el Poder Ejecutivo invitará a todas las ciudades y villas de las provincias interiores para el nombramiento de diputados a un congreso “para formar una constitución”, los cuales deberán reunirse en la ciudad de Tucumán. Se debía nombrar un diputado por cada 15.000 habitantes. En ninguno de los artículos se habla de declarar la independencia. Además designa al Director de Estado (para todo el país) por su cuenta sin consultar a las provincias. Éstas, en su gran mayoría, rechazan el estatuto y al Director designado. Sólo aceptan la convocatoria al Congreso de Tucumán. Los Pueblos Libres, sintiéndose burlados, lo rechazan en su totalidad y convocan a un congreso propio en Arroyo de la China, que declara la independencia pero no la separación del resto de las provincias con las cuales propone formar una confederación de estados soberanos.

Este congreso llamado “de Oriente”, envía una delegación a Buenos Aires para tratar una serie de temas y poder llegar a un acuerdo. Cuando arriban a Buenos Aires, los delegados no son recibidos por el Director de Estado y son recluidos en la fragata “Neptuno” de donde no podrán salir y de allí deberán parlamentar con enviados del gobierno. 

Juan José Viamonte
Ninguna de las propuestas de los Pueblos Libres son por lo menos tratadas y las contrapropuestas porteñas son una serie de imposiciones que Artigas debería aceptar y enviar delegados a Tucumán para seguir con las negociaciones. Buenos Aires mientras propone un tratado de paz, ordena al general Juan José Viamonte y a su ejército, que ingrese a la provincia de Santa Fe bajo el rótulo de “Ejército de Observación”. Las relaciones se rompen nuevamente.


Estanislao López
            Así están las cosas en 1816, a tal punto que al mismo tiempo que se inician las deliberaciones del Congreso de Tucumán, marzo de ese año, la fuerza militar porteña al mando del general Viamonte, es derrotada y expulsada por una sublevación popular acaudillada por el gobernador Vera y  el capitán Estanislao López, debiendo Buenos Aires acceder a reparar los daños y saqueos producidos por ese ejército. 

          Mientras tanto continúan las acciones diplomáticas y militares para anular la influencia de Artigas en la región, entre ellas la invasión de fuerzas militares portuguesas a la Banda Oriental, cuyos objetivos son hacer base en el Río de La Plata, apoderarse de la Banda Oriental y aniquilar a Artigas porque también les molestaba por su influencia sobre Río Grande y Las Misiones. Pero llama la atención que un enviado de Buenos Aires a la corte del Brasil, Nicolás Herrera, ingresa con el ejército invasor como secretario del Jefe máximo del mismo, el general Lecor, mientras que otro delegado porteño tristemente célebre, Manuel José García y el representante inglés en la corte de Río de Janeiro, Lord Strangford, apoyan la invasión. 

 
Artigas en 1815
El Congreso de Oriente se disuelve considerando que no hay unión posible y los diputados de Los Pueblos Libres deciden no ir a Tucumán. Pero Artigas no se limita a la cuestión militar y a la organización federal, sino que desarrolla una política económica que toma medidas de apoyo a la producción masiva regional imponiendo altos aranceles a la introducción de artículos de ultramar y muy bajos a los provenientes de las Provincias Unidas del interior. Hay que recordar que en esos años existían aduanas interprovinciales. Quedan libres de derechos los libros, imprentas, máquinas y armas. Se dicta una avanzada legislación colonizadora de la campaña, distribuyendo la tierra pública entre negros libres, indios y criollos pobres. La tierra se daría gratuitamente y no se podía vender, donarla ni contraer hipotecas. También se dispone repartir animales vacunos y caballares de “europeos y malos americanos” que se consideren expropiables.

Declaración de la Independencia en 1816
Mientras tanto el Congreso de Tucumán, entre otras actividades incluidas las misiones de pacificación de los conflictos interprovinciales, declara el 9 de julio la independencia de nuestro país. Pero recordemos que este objetivo no estaba  en la convocatoria y sólo lo hace ante la presión que en tal sentido ejercen San Martín y Güemes a través de sus delegados, Belgrano con su presencia en Tucumán y la postura de Los Pueblos Libres en boca de los delegados de Córdoba. Pero el acta del 9 declara “… una Nación libre e independiente de los reyes de España y su metrópoli”, texto que desagrada a los partidarios de la independencia absoluta que vuelven a presionar y el día 19 de  julio en sesión secreta pedida por el diputado Medrano, se agrega la fórmula “… y de toda otra  dominación extranjera”. 

Francisco Laprida

 La omisión de los congresales porteñistas, que son mayoría en el Congreso, se debe a que se proyecta negociar la coronación de un príncipe relacionado con Portugal cuyas fuerzas invaden la Banda Oriental en ese momento, mientras que el Director Supremo Pueyrredón gestiona por alguien de la corte francesa, en desmedro de la idea de coronar a un Inca.


El Congreso de Tucumán es con toda justicia recordado y homenajeado por esta fundamental declaración de independencia y por haber establecido que la insignia patria era la creada por Belgrano. Es necesario mencionar que hasta ese momento (1816), lo que flameaba en el fuerte de Buenos Aires, eran los colores  borbónicos de Fernando 7º, a pesar que nuestra bandera existía desde  1812, aunque econdida o ¿destruida? según las órdenes dadas a Belgrano por el gobierno de Buenos Aires. 

Artigas en la Ciudadela
  
Se olvidan o disimulan las otras medidas negativas de este congreso que trasladado a Buenos Aires en 1817, dictará la constitución centralista de 1819 que provocará la disgregación de “Las Provincias Unidas de Sur América”. Los temores y desconfianzas respecto a este congreso por parte de Artigas y los Pueblos Libres, se vieron confirmados.

            Fue un congreso contradictorio. Bartolomé Mitre en el capítulo 27 de su “Historia de Belgrano y la Independencia Argentina”, caracteriza al Congreso de Tucumán de la siguiente manera: “… uno de los más raros fenómenos de la historia argentina. Producto del cansancio de los pueblos; elegido en medio de la indiferencia pública; federal por su composición y tendencias y unitario por las fuerzas de las cosas;[i] revolucionario por su origen y reaccionario en sus ideas; dominando moralmente una situación, sin ser obedecido por los pueblos que representaba; creando y ejerciendo directamente el poder ejecutivo, sin haber dictado una sola ley positiva en el curso de su existencia; proclamando la monarquía cuando fundaba la República; trabajando interiormente por las divisiones locales, siendo el único vínculo de la unidad nacional; … cediendo a veces a las exigencias descentralizadoras de las provincias, y constituyendo un poderoso centralismo, este célebre Congreso salvó sin embargo la revolución,[ii] y tuvo la gloria de poner el sello a la independencia de la patria.”


[i]  Aquí Mitre se permite una licencia poética, adjudicando a las fuerzas de las cosas una política determinada por los intereses de los comerciantes y hacendados que no querían compartir los dividendos del puerto.

[ii] Recordar que Fernando 7º había sido restituido en el trono en 1814 y había enviado una poderosa flota para recuperar las colonias americanas y se vivía en esos momentos un retroceso de las revoluciones en el resto de Hispanoamérica. El Río de la Plata fue la única región que mantuvo su revolución gracias a las acciones militares de Güemes, Belgrano, San Martín y Artigas.



BIBLIOGRAFÍA
Reula, Filiberto; Historia de Entre Ríos; tomo 1 – Cap. 16 - Editorial Castellví, Santa Fe, 1971.
Díaz de Molina, Alfredo; El Coronel José Javier Díaz y la Verdad Histórica, Editorial Platero, 1984.
Rosa, José María; Historia Argentina; Tomo 3; Cap. 3 – Editorial Oriente; Buenos Aires, 1979.
Mitre, Bartolomé; Historia de Belgrano y la Independencia Argentina; Tomo segundo, Cap. 21; 26; 27 y 34Editorial Juventud Argentina, Buenos Aires, 1945.
Rosa, José María; La historia de nuestro pueblo, fascículos 9 y 10 – Ediciones Zupa, Buenos Aires, s/f
Jesualdo; Artigas – 3ª parte – Cap 17 –Editorial Claridad – Buenos Aires, 1940.
Reyes Abadie, Washington – Artigas y el Federalismo en el Río de la Plata – Cap 5 y 8 – Hyspamérica Ediciones Argentina – Bs. As., 1986.