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sábado, 19 de febrero de 2011

Certezas del enseñar y dudas del aprender - 3

Documento 3                                                          por Jorge Surraco

Reflexiones I
Praxis, reflexión y acción para transformar
Julio Barreiro, en el estudio preliminar a La educación como práctica de la libertad, de Paulo Freire, nos dice que para el autor “... la educación verdadera es praxis, reflexión y acción del hombre sobre el mundo para transformarlo.”
Pensada de esta manera la educación es un acto de comunión, un encuentro, donde los seres humanos se ayudan a descubrir su palabra, a ser dueños de su propia voz.
“No puede haber palabra verdadera que no sea un conjunto solidario de dos dimensiones indicotomizables (partido en dos), reflexión y acción. En este sentido decir la palabra es transformar la realidad. Y es por ello también que el decir la palabra no es privilegio de algunos, sino derecho fundamental y básico de todos los seres humanos. Pero, a la vez, nadie dice la palabra solo. Decirla, significa decirla para los otros. Decirla significa necesariamente un encuentro de los seres humanos. Por eso, la verdadera educación es diálogo”. (Paulo Freire, La educación como práctica de la libertad, Siglo XXI Argentina)


Así planteada, la educación es un acto de amor en el sentido más comprometido, despojado y lúcido de la palabra; de coraje, en el significado más enérgico, visceral y activo del término. Es un andar atractivo e inquietante hacia la libertad. Si logra sus propósitos implica el paso de la conciencia mágica a la conciencia ingenua, de allí a la conciencia crítica y, como meta necesaria, la conciencia activa. El término conciencia en este caso se refiere a los distintos niveles de captación y comprensión del mundo real que pasa a ser nuestra realidad.
“La conciencia crítica es la representación de las cosas y de los hechos como se dan en la existencia empírica. En sus correlaciones causales y circunstanciales. La conciencia ingenua (por el contrario) se cree superior a los hechos dominándolos desde afuera y por eso se juzga libre para entenderlos conforme mejor le agrada. La conciencia mágica, por otro lado, no se considera “superior a los hechos” dominándolos desde afuera, ni se juzga libre para entenderlos como mejor le agrada. Simplemente los capta, otorgándoles un poder superior al que teme... Es propio de esta conciencia el fatalismo que lo lleva a cruzarse de brazos, a la imposibilidad de hacer algo frente al poder de los hechos consumados...” (Vieira Pinto, Álvaro: Consciencia e Realidade Nacional, Río, ISEB, M.E.C. – Citado por Paulo Freire en La educación como práctica de la libertad)

Se entiende que estos niveles de conciencia se transforman uno en otro en un proceso de transitividad, de cambio. Para Paulo Freire la conciencia mágica está más ligada a un estadío de intransitividad, de quietismo, de ausencia de compromiso. También refiere a una posible distorsión o patología de la conciencia ingenua, cuando se carga de simplicidad en la interpretación de los problemas, de prejuicios, de impermeabilidad a la investigación y una acentuación del gusto por las explicaciones frágiles en la argumentación, lo que conduce a la conciencia fanática.
“Es propio de la conciencia crítica su integración con la realidad (mundo real), mientras que lo propio en la ingenua es su superposición a la realidad (mundo real)”. (Paulo Freire, obra citada)
Se ha planteado como meta necesaria a la conciencia activa, pero la realidad es que cualquier nivel de comprensión de la realidad construida sobre el mundo real, lleva en algún momento a la acción. Pero... “la naturaleza de la acción corresponde a la naturaleza de la comprensión...” dice Paulo Freire o lo que es lo mismo, si la compresión es crítica, la acción también lo será. Si la comprensión es mágica, del mismo modo será la acción.

Un punto de partida

Todo esto implica ver el tema desde otra perspectiva distinta a la que tradicionalmente recorre la enseñanza en general. No partir de lo que el profesor sabe o quiere enseñar, sino de lo que el alumno, futuro profesional, necesita aprender en la situación de cambio e incertidumbre permanente de la vida actual. Esta idea no implica sojuzgar al docente sino transformar el aula en un laboratorio de aprendizaje donde enseñantes y enseñados construyen cotidianamente el conocimiento individual y colectivo, enriqueciéndose mutuamente en un dar y transformar lo mejor de cada uno. Porque educar no significa en su etimología llenar de conocimientos o  adaptar el sujeto a un conjunto de concepciones, sino extraer,  en el sentido de la metáfora socrática referida al papel del educador, comparándose el mismo Sócrates, a través de Platón, con la comadrona que ayuda a alguien a dar a luz.

En la Mayéutica, en diálogo con Teeteto, el filósofo dice en determinado momento:
“SÓCRATES: El oficio de partear, tal como yo lo desempeño, se parece en todo lo demás al de las matronas, pero difiere en que yo lo ejerzo sobre los hombres...y en que asisten al alumbramiento no los cuerpos, sino las almas... Y se ve claramente que ellos nada han aprendido de mí, y que han encontrado en sí mismos los numerosos y bellos conocimientos que han adquirido, no habiendo hecho yo otra cosa que contribuir con el dios a hacerles concebir”. (Platón, Diálogos Selectos, Centro Editor de América Latina).

Preguntar, cuestionar, discernir con seguridad, si lo que el alma de un joven siente es un fantasma, una quimera o un fruto real..., es la función que Sócrates (Platón) adjudica al educador o por lo menos a sí mismo como educador, aunque se refiere a otros intentos de su época como educación viciosa, que hacen más caso de quimeras y fantasmas que de la verdad. Esta acción  conduce a dolores (que el educador puede despertar o apaciguar, cuando quiere, en virtud de su arte), produce descubrimientos, cambios en su personalidad, en su vida y establece las bases de un futuro.
Por eso “...la educación tendría que ser, ante todo, un intento constante de cambiar de actitud. De crear disposiciones democráticas a través de las cuales... se sustituyan hábitos de pasividad por otros de participación e ingerencia...” (Paulo Freire, obra citada)

La enseñanza socrática no pertenece solamente a la antigüedad, sino que ha tenido su proyección a lo largo de la historia y actualmente se la considera una valiosa estrategia de enseñanza, planteada y estudiada así por David Perkins en su libro La escuela inteligente, basándose en el tercer método educativo creado por Alfred Adler.


El centro del accionar educativo
La educación tradicional ha centrado su acción en el sujeto que enseña donde el sujeto que aprende se convierte en objeto, en un depósito, una conciencia concebida como un espacio vacío que debe ser llenado por fragmentos de conocimientos concebidos por otros. Desde la nueva perspectiva surge una educación dialogal, que se opone a la educación monologal tradicional. Educación dialogal no es solamente educación por medio del diálogo. Significa que nadie puede adjudicarse el mérito de educar a alguien; que tampoco nadie se educa solo y que sujeto que aprende y sujeto que enseña, se educan entre sí mediatizados por el mundo, por su contexto.

“Una sociedad de aprendizaje, parte de la base de que todos sus miembros son aprendices permanentes. Unos a otros se facilitan los aprendizajes. La universidad tradicional y contemporánea ha centrado la formación en el sujeto que enseña. Se han creado dos culturas: el sujeto que aprende (estudiante) y el sujeto que enseña (profesor). Se admite, que sin estudiantes no existe la universidad, pero todas las contingencias del aprendizaje se organizan de forma tal que, aún sin intención, dan más valor al que enseña que al que aprende. El concepto de libertad de cátedra se ha ido aplicando a la labor del profesor únicamente, sin incluir al estudiante, cuando preferiblemente debería ser utilizada para el libre flujo del conocimiento. Las dos culturas tendrían que dar paso a una sola: a la del sujeto que aprende. Una universidad en donde todos formen parte de una comunidad de aprendizaje permanente. En donde, profesores y estudiantes sean aprendices; donde la administración y gestión del sistema se oriente a facilitar expresamente el proceso de aprendizaje y creación: y en donde los programas de estudio se diseñen, modifiquen y transmitan día a día en función de las innovaciones, nuevos conocimientos y nuevas tecnologías de enseñanza-aprendizaje..... Conlleva la dosis de humildad necesaria de quien por su experiencia y capacidad, reconoce sus limitaciones, comparte sus conocimientos y aprende hasta el final de sus días lo mucho que desconoce. ...donde aprender es una aventura compartida, fascinante, intrigante y necesaria, en vez de autoritaria, fatigosa y aburrida.”
(Miguel Ángel Scotet-La formación Universitaria frente a la Explosión del Conocimiento)

(continuará)

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